Jugar con corazón amateur es no dar un solo balón por perdido. Es correr por pasión porque le gusta. Es hacer las cosas por amor al fútbol, sin importar quién sea su rival o en qué condiciones se juega. Es competir si hace un sol abrasante o llueve a cántaros. Se disfruta igual.
La Selección Colombia Femenina Sub-17 jugó con ese desparpajo de las amateurs, expresión tan de moda por unas declaraciones que, a juicio de una gran mayoría, no fueron afortunadas por parte de quien las dijo (Ramón Jesurún), cuando explicó que no había premios pactados para las jugadoras de este combinado porque no son profesionales.
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El Mundial de la India, en su jornada del sábado 22 de octubre escribió un capítulo lleno de amor. Colombia, sin importarle nada y con una madurez difícil de ver en un equipo tan joven salió por todo. A no dejarse intimidar. Jugó para llevarse por delante a Tanzania.
Primero fue Linda Caicedo, luego llegó el tanto (golazo de cabeza) por parte de Yesica Muñoz y en una acción ofensiva, una roja para las rivales africanas. Las buenas noticias para Colombia no pararon allí porque en un penalti cobrado por Gabriela Rodriguez el equipo firmó su primer tiempo de ensueño. Goleada 3 – 0.
Espectacular partido. Con inteligencia de juego, dominio y técnica. Con amor, rebeldía. Jugando contra todo pronóstico porque un primer tiempo de tal magnitud no era muy probable que digamos. Colombia, con el resultado en su poder, ingresó a una fase de conservación. Mantener la ventaja, dejar que su rival se desgaste.