Este 30 de octubre se celebra el cumpleaños de un crack dentro de la cancha y polémico fuera de ella. Diego Armando Maradona llega a los 60 años y para conmemorarlo es necesario recordar varios de sus momentos más cercanos a Colombia.
El 10 estuvo en el país durante una gira de amistosos con Argentinos Juniors. Era 1980 cuando enfrentó al Deportivo Pereira y al América de Cali. Era una época en la que el narcotráfico dominaba la sociedad. Cuenta la historia que los cabecillas del Cartel de Cali se reunieron con Maradona para ficharlo con los Diablos Rojos.
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Le ofrecieron un contrato por seis meses con un sueldo de 500 mil dólares, pensando en reforzar la plantilla que en ese entonces disputaba la Copa Libertadores de América. Y aunque su representante Jorge Cyterszpiler estuvo cerca de firmar la negociación, llegó el Barcelona con su interés y lo tumbó todo.
Cinco años después El Diego volvió a Colombia. Esa vez vestido con la camiseta de la Selección Argentina, en una visita al estadio Nemesio Camacho El Campín, el 2 de junio de 1985, en un encuentro de las Eliminatorias.
Se dice que de las tribunas del recinto bogotano cayeron todo tipo de objetos contra los jugadores de la Albiceleste. Uno de esos fue una naranja que Maradona no esquivó, sino que aprovechó para hacer 31 con ella.
Pero el momento más escandaloso del Pelusa en zona cafetera fue en 1991, cuando visitó a Pablo Escobar en la cárcel. Aunque el exfutbolista primero lo afirmó y posteriormente lo negó, el relato quedó registrado. El capo antioqueño había construido La Catedral, su propia prisión con todos los lujos posibles. Y por su gusto por el fútbol, contrató al volante para que disputara un amistoso en sus predios.
Así lo contó Diego Armando Maradona:
“En el ’91, Guillermo Coppola me dijo que una persona muy importante de Colombia quería pagarme una enorme cifra por jugar un partido amistoso, con algunos futbolistas como René Higuita. Cuando fui a Medellín y me llevaron a una cárcel rodeada por miles de militares, dije: ‘¿Qué mierda pasa, ¿me van a meter preso?’. Cuando entré a ese lugar parecía un hotel de lujo de Dubái, ahí me lo presentaron. Me dijeron: ‘Diego, él es el patrón’. Lo saludé y el tipo, muy respetuoso, bastante frío, pero demostró amabilidad conmigo. Pero como yo de noticias y tele nada, no sabía muy bien quién era (…) Jugamos el partido, todos lo disfrutamos mucho. Luego, a la noche, se armó una fiesta con las mejores minas que vi en mi vida… y estaba en una cárcel… ¡No lo podía creer! A la mañana siguiente, me pagó y se despidió de mí de forma muy amable. Me hizo pasar a una especie de oficina donde me dijo que admiraba mi fútbol y que se sentía identificado por mí, porque, al igual que yo, él salió de la pobreza para triunfar”.
Sin embargo, tiempo después desmintió esa versión en un programa transmitido por TyC Sports:
“No fui a la Hacienda Nápoles, te lo juro por mi viejita que ni lo conocí. Nunca me regaló nada y la verdad lo que hacía era horroroso. Para todos y para mí, que yo tomaba (drogas). Para qué te vas a prestar el cajón de dólares, para que más, repartirla con la gente. Cuando no pudo llenar más de dólares la casa que tenía, empezó a construir casas para los pobres, pero no porque fuera bueno”.