Hoy el arco de América de Cali tiene dueño y ese dueño no se impuso con gritos ni reclamos. Jorge Soto, el arquero pereirano que durante varios meses esperó en silencio su oportunidad, se ha consolidado como titular en un momento clave de la temporada. Es protagonista en la Liga BetPlay y en la Conmebol Sudamericana, pero lo más valioso es cómo llegó hasta ahí.
En una entrevista reciente con AS Colombia, compartió una reflexión profunda que resume su proceso: convertir la suplencia en una etapa de crecimiento y preparación. Sin polémicas ni excusas, eligió responder con entrenamientos, paciencia y madurez. Hoy no solo defiende el arco escarlata, también representa una forma de entender el fútbol con profesionalismo.
Jorge Soto en América de Cali: un lugar que no se exige, se construye
Cuando Jorge Soto habla de su camino, lo hace sin resentimientos. Acepta con naturalidad que la titularidad no es algo que se reclama, sino que se construye día a día. En América de Cali ha tenido que competir con arqueros extranjeros, como Joel Graterol y Santiago Silva Azambuja, pero nunca cayó en la ansiedad o el reclamo. Prefirió trabajar en silencio.
“Son decisiones que no toma uno. Si juego o no son decisiones del cuerpo técnico. Lo que puedo controlar es la manera en cómo me trabajo día a día, cómo afronto las situaciones de la vida y el fútbol”, dijo con sinceridad.
Esa declaración refleja el tipo de líder que es Soto. No busca imponerse desde el conflicto, sino desde la constancia. Entiende su rol como un proceso, no como un premio inmediato. Y esa visión es la que hoy lo tiene como titular indiscutido.
Entrenar cuando nadie te ve: la suplencia como ventaja para el arquero de América de Cali
Una de las ideas más poderosas que compartió Jorge Soto es cómo utilizó la suplencia a su favor. Para muchos jugadores, no estar en el once puede significar frustración. Para él, fue una oportunidad de mejorar sin la presión del partido inmediato.
“Aproveché la suplencia para mejorar y hacerme más fuerte, corregir muchas cosas y esforzarme más en los entrenamientos. Cuando uno es titular no puede hacer eso porque tiene que cuidarse y equilibrar cargas”.
Esta reflexión dice mucho. Soto convirtió el banco en una etapa útil. Entendió que el rol de suplente también le permitía trabajar con mayor intensidad, sin la limitación que imponen los partidos consecutivos. Y esa ventaja la usó para pulir detalles, corregir errores y prepararse física y mentalmente. Cuando llegó su momento, no estaba esperando la oportunidad: estaba listo para tomarla.
Una oportunidad bien aprovechada por Jorge Soto en el cuadro escarlata
En el fútbol, las oportunidades no se anuncian. Llegan. Y si no estás preparado, pasan de largo. Jorge Soto lo sabía. Por eso entrenaba cada día como si fuera a jugar el fin de semana, incluso cuando las probabilidades de ser titular eran mínimas.
“Cuando soy suplente no me tengo que cuidar para un partido. Si bien está la posibilidad de jugar, las probabilidades son muy bajas. Cuando me llegó la oportunidad supe aprovecharla”.
Hoy, ese momento que tanto esperó lo tiene convertido en figura. Ha respondido en partidos clave, ha transmitido seguridad en el arco y ha mostrado liderazgo. Pero todo eso no nació el día que lo pusieron como titular. Nació en cada entrenamiento previo, en cada jornada sin focos donde decidió seguir creciendo sin que nadie lo aplaudiera.
Un arquero que entiende el fútbol como una carrera, no una carrera de velocidad
La historia de Jorge Soto en América de Cali es una lección para quienes creen que el éxito solo llega rápido. Él demuestra que también se puede ganar un lugar desde el trabajo silencioso, sin quejarse ni rendirse. Que ser suplente no es ser menos y que lo importante no es cuándo te llega la oportunidad, sino cómo la recibes.
Hoy Soto es titular en un equipo que compite en dos frentes, y lo hace con madurez y serenidad. Sus atajadas están marcando resultados, pero su ejemplo deja una huella más profunda: la de un jugador que nunca dejó de trabajar, incluso cuando parecía que no era su momento.
Su historia es prueba de que en el fútbol, como en la vida, hay caminos que no hacen ruido, pero que terminan llevándote a lo más alto. Por eso hoy el arco de América de Cali es suyo. Porque cuando nadie lo veía, Jorge Soto ya estaba preparado para ocuparlo.