En medio de tantos rumores que existen sobre una eventual llegada del avispón asiático a Colombia existe un reciente concepto técnico del Instituto Humboldt.
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La principal conclusión: Nuestro país no cuenta con los climas indicados para que el avispón asesino (vespa mandarina) sobreviva, a diferencia de los Estados Unidos, donde su llegada representa una seria amenaza para el sector apícola y agropecuario.
El temor que existe con este insecto es su forma de acabar con las colmenas de abejas. Sobre el temor de los ataques a humanos, generalmente no los atacan salvo que se vulneren sus panales. Es en ese momento cuando es capaz de agredir con su picadura.
De su posible llegada a Colombia, no hay posibilidades de que sobreviva. Esa es la conclusión a la que llegaron en el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt.
“El Instituto Humboldt, a través de la línea de Colecciones Biológicas-Entomología, se dio a la tarea de desarrollar una modelación de distribución de la especie, la cual concluye que con los registros de presencia del avispón en Asia, obtenidos del Global Biodiversity Information Facility – GBIF y las 19 variables bioclimaticas de WorldClim – Centro Clima, en Colombia no se encuentran climas idóneos para que la especie pueda establecerse”.
No es viable que el avispón asesino se acentúe en territorios como el colombiano, de acuerdo con la explicación hecha por parte de Jhon César Neita, líder investigador de la colección entomológica del Instituto Humboldt, en una entrevista para el diario El Tiempo.
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“Las hembras de esta especie, como parte de su ciclo reproductivo, (historia natural de la especies) requieren una hibernación, la cual se lleva a cabo durante la época de invierno (bajas temperaturas, punto de congelación) y ante la ausencia de este ciclo, la biología de la especie se ve afectada y, por tanto, la capacidad de adaptación es nula, por consiguiente la especie sucumbiría”.
Por otra parte, si bien hay temor y es posible que su picadura haga daño, Neita tiene un argumento que de alguna forma dispersa tanto temor y rumores. No hay necesidad para crear tanta alarma.
“En Colombia tenemos insectos igualmente venenosos con los cuales interactuamos todos los días, pero que en nuestro día a día hemos aprendido a convivir con ellos. Muchos de estos insectos están distribuidos en nuestras selvas bajo condiciones de alto riesgo de extinción o amenaza”.