Dramático testimonio de un futbolista sueco con COVID-19

El futbolista sueco Kamal Mustafa, de 28 años, todavía sigue conectado al oxígeno semanas después de sufrir el COVID-19.

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Kamal Mustafa, quien juega para el club IK Oddevold, se contagió en marzo y desde entonces permanece en condición de aislamiento. Para empezar, solo tenía dolor de garganta, pero sus síntomas empeoraron y terminó yendo al hospital el 3 de abril.

Sin embargo, Mustafa sigue recibiendo tratamiento para el coronavirus y sigue conectado a una máquina de oxígeno. Suecia es uno de los únicos países que no están haciendo cumplir el distanciamiento social o el bloqueo. Allí se registran cerca de 12.000 casos confirmados, con más de 1,200 muertes.

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“Cuando llamé para pedir ayuda alguien por teléfono constantemente me hablaba hasta que llegó la asistencia (…) de repente, la gente estaba parada sobre mí en trajes protectores. Tengo una máscara facial y una capucha sobre mi cara para no infectar a nadie”, contó.

Su relato fue más dramático. Nunca en si vida se sintió así de mal: “Fue entonces cuando el infierno comenzó de verdad. Todavía no recuerdo nada de cuando entré, solo recuerdo querer arrancarme la piel porque tenía mucho calor (…) Las enfermeras me revisaban cada hora. Nunca he recibido tantas inyecciones en toda mi vida, estaba tan enfermo”.

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“Miré a la derecha, donde la gente usaba respiradores. Miré a la izquierda; lo mismo. Fue entonces cuando entró el pánico. Por lo general, nunca tengo miedo de nada, pero esa sensación cuando entré por la puerta y vi a todas estas personas, médicos y enfermeras, es lo más aterrador que he experimentado en toda mi vida”.

“Me dieron pastillas para dormir, pero no funcionaron. Cada vez que cerraba los ojos me sentía dormido, pero el problema era que cada vez que me dormía dejaba de respirar. No sabía si podía respirar con la boca o la nariz y luego tuve un ataque de tos que me hizo despertar de inmediato.

“Continuaba todo el tiempo así. Al final no me atreví a dormir. Me quedé inmóvil solo para mantenerme despierto.  No hay palabras sobre cuánto quería agradecer. Se sentaron conmigo cuando tenía miedo y hablaron porque notaron que estaba bastante afectado mentalmente”.

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