Gustavo Fermani fue el gran artífice silencioso del resurgir de Atlético Nacional en 2024. Su nombre era sinónimo de visión, reconstrucción y éxito. Pero hoy, en medio de una crisis deportiva que pone en duda todo el proyecto, el argentino ya no está en el pedestal: está en el centro del huracán. La tormenta que envuelve a Javier Gandolfi también lo tiene a él como blanco principal de la crítica popular, y por primera vez desde que llegó al club, su continuidad ya no parece intocable.
1. El momento Fermani: del acierto al abismo
Durante meses, Gustavo Fermani fue sinónimo de orden, renovación y éxito deportivo en Atlético Nacional. Su llegada, en mayo de 2024, sorprendió a todos. No figuraba en el radar de los grandes directores deportivos del continente, pero rápidamente se ganó un lugar privilegiado en la estructura del club más grande de Colombia. Junto a Sebastián Arango Botero, armó una plantilla competitiva, apostó por un cuerpo técnico poco conocido y devolvió la ilusión a una hinchada golpeada.
Ese Fermani, gestor silencioso del bicampeonato, era elogiado incluso con devoción en redes sociales. Pero el presente le da la espalda. En apenas seis meses, el clima ha cambiado radicalmente: el mismo perfil que antes era intocable, hoy es fuertemente cuestionado. En su cuenta oficial de Twitter ya no abundan los elogios, sino los reproches. Y eso marca un punto de quiebre: el hincha, que perdona errores en la cancha, rara vez perdona la falta de reacción desde los despachos.
Fermani, que nunca dirigió profesionalmente pero se formó en la AFA y recorrió procesos juveniles en River, Banfield y Racing de Montevideo, vive hoy el momento más delicado de su carrera. Tiene poder, sí, pero también una responsabilidad inmensa sobre sus hombros: sostener a un técnico impopular o reconocer que el proyecto necesita un giro inmediato.
2. Gandoldi: protección institucional versus el juicio popular
Lo que vive Javier Gandolfi es el clásico dilema del entrenador respaldado por la dirigencia, pero completamente rechazado por la tribuna. La desconexión entre la visión interna y el sentimiento popular nunca había sido tan evidente desde que comenzó esta nueva era Verdolaga.
La credibilidad del proceso se resquebraja porque los resultados inmediatos no acompañan, y en un club como Atlético Nacional, eso rara vez tiene marcha atrás. La paciencia no es parte del ADN del hincha, y menos cuando siente que no lo están escuchando.
3. Gustavo Fermani: un respaldo con poder, pero en la mira
Aquí es donde Fermani deja de ser un actor de segundo plano para convertirse en protagonista absoluto de esta crisis. Gandolfi no es un técnico más: es su apuesta personal, su elección directa. Por eso, el respaldo que le da no solo tiene una connotación profesional, sino también emocional. Pero este tipo de lealtades, aunque valiosas, también pueden ser letales.
Si Gandolfi se va mal, Fermani no saldrá ileso. Y si el gerente deportivo insiste en sostener un ciclo que ya perdió legitimidad en el hincha, corre el riesgo de tirar por la borda el prestigio que tanto le costó construir. Hoy, su credibilidad está en juego.
4. La narrativa del proceso está debilitada
El relato que sostenía todo el proyecto –el de un proceso sólido, planificado y con identidad– ya no resiste el presente. Nacional venía de títulos, sí, pero ahora acumula seis partidos sin ganar, una caída abrupta en el juego colectivo y una pérdida de confianza general.
Incluso los buenos resultados en Copa Libertadores parecen quedar en segundo plano cuando el equipo muestra una cara tan frágil en la Liga. El discurso del proceso quedó sin sustento ante una racha crítica y un equipo sin respuesta.
5. El riesgo de perder gobernabilidad en la tribuna
El termómetro emocional del hincha de Nacional es claro. No quiere más excusas ni apuestas a largo plazo que se desmoronan en lo inmediato. En este momento, la sensación es que no hay reacción desde la dirigencia, y eso es extremadamente peligroso.
Si no se envía una señal clara, el problema deportivo puede escalar a una crisis institucional. En ese contexto, los silencios de la familia Ardila Lülle –propietaria del club– también comienzan a pesar. Porque cuando la tribuna siente que no hay nadie al mando, lo demás deja de importar.
6. El fantasma de Efraín Juárez: la herida que vuelve a abrirse
Hoy, Gustavo Fermani ya no solo es criticado por respaldar a Javier Gandolfi. Ahora, una parte creciente de la hinchada le reclama directamente por la salida de Efraín Juárez, el técnico que devolvió la gloria a Atlético Nacional y que, según muchos, se fue por culpa suya.
Aunque en enero de 2025 aún reinaba la euforia del Bicampeonato, la renuncia del entrenador mexicano dejó una marca silenciosa. Juárez, antes de regresar a su país, ofreció una entrevista televisiva en la que habló durante más de una hora sobre su sorpresiva decisión. No dio nombres, pero fue evidente que sus diferencias eran con la alta dirigencia, y en especial con quien tenía la responsabilidad directa sobre los fichajes: Fermani.
En aquel momento, el respaldo popular hacia el gerente deportivo era tan alto, que el discurso del técnico fue ignorado o minimizado por gran parte de la hinchada. Juárez fue señalado como «desagradecido», pese a haber logrado dos títulos en cuatro meses. Hoy, ese juicio ha cambiado. Las malas presentaciones de los refuerzos que trajo Fermani en 2025 (Arce, Gil, Uribe y Cándido) le dan otra dimensión a aquella renuncia anticipada: Juárez se fue porque no le querían armar un equipo competitivo. Y tenía razón.
La crítica no es menor. Lo que antes se veía como una pérdida inevitable, hoy se interpreta como un error de gestión imperdonable. Para muchos hinchas, Fermani borró con el codo lo que escribió con la mano, y al no haber sabido retener a quien había devuelto la ilusión, perdió autoridad y crédito ante la tribuna.
7. Fermani está a tiempo… pero el reloj no se detiene
Atlético Nacional no solo está en riesgo de perder un semestre. Está en juego algo mucho más profundo: la confianza del hincha en el modelo de gestión. Gandolfi es el foco del descontento, pero Fermani, por acción y omisión, se ha convertido en el centro del debate.
Hoy, el fútbol le presenta al gerente deportivo una prueba definitiva: ¿será capaz de separar el afecto del análisis, el vínculo personal de la necesidad profesional? Porque si se aferra al proceso en caída libre, podría perder la oportunidad de su vida.
Fermani tiene todavía algo que Gandolfi ya no tiene: margen de maniobra. Y en Nacional, donde la exigencia es máxima y el tiempo escaso, ese margen no dura mucho más.