El fútbol de hoy… ¿el mismo del mañana?

Si algo nos muestra esta pandemia es eso que, de tanto repetirlo, nunca le prestamos atención: Al final de todo somos iguales. En cualquier lugar del mundo, sin distinciones ni preferencias. El virus no entiende de clasificaciones, ni estratos. Da exactamente lo mismo estar confinado en Bogotá que en Nueva York o Madrid.

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¡Es igual! El fútbol paga las mismas consecuencias del aislamiento en Inglaterra, donde está la mejor liga del planeta, que en Colombia. Allá, como acá, las disputas y tensiones, el temor a un futuro del cual no se tiene una pizca de certeza genera la misma preocupación. Las alternativas para pasar la crisis son un calco: Reducciones salariales de unos equipos que sufren los estragos del aislamiento.

¿Pero saben qué? Hay algo que puede marcar un verdadero cambio, siempre y cuando esas manifestaciones no se queden solo en reclamos propios de un estado de reflexión consecuente de la cuarentena. Ya lo hemos vivido: Nos arrepentimos cuando estamos en situaciones extremas hasta el final de la crisis. Luego, como si nada. Aquello en lo que tanto interiorizamos se esfumó como uno de esos recuerdos obsoletos.

Hay que prestarle atención a esta coyuntura del fútbol: A la gran duda de saber si este deporte, tal y como se encuentra estructurado, en verdad vale la pena. Esa burbuja económica con valores exorbitantes en salarios y transferencias debería acabarse. Lo dijo Chicharito Hernández: “Es increíble que yo cobre tanto por hacer deporte y que otros que tratan de encontrar la cura contra el coronavirus, como los médicos y los científicos, apenas estén ganando nada”.

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Marc van Ranst es un virólogo belga que asesora a la UEFA. Aseguró que “el fútbol es el problema secundario más importante del mundo”. Desbancado de un lugar de privilegio que quizás no merecía, el deporte de las multitudes debería plantearse también su sentido social. Responder a su fama con acciones comprometidas con el desarrollo humano en niveles hasta ahora insospechados.

Nos están presentando un panorama distinto. Algo debe modificarse para bien en un deporte que como industria es millonario, pero ante una pandemia la insignificancia de su opulencia financiera sucumbe. Se hace trizas y conviene revisarlo pronto.

Las semanas sin fútbol también son el sosiego para quienes se quejaban de la cantidad abrumadora de partidos en tan corto tiempo. Esa voz crítica, en su mayoría originada en los técnicos con sus quejas recurrentes por el escaso tiempo para ajustar sus plantillas, merece ser atendida. Recién ahora nos damos cuenta del abultado número de partidos y torneos, muchos innecesarios, realizados en una temporada. Ahora que la dirigencia se plantea cómo armar un  rompecabezas en medio del caos es cuando vale la pena pensar en buscar un camino hacia la calidad del deporte.

Mientras vuelve el fútbol, repensarlo es un ejercicio interesante y necesario para quienes lo amamos. Del lado del hincha hay muchas cosas por analizar: ¿Qué comportamientos tendrán los aficionados cuando todo vuelva a la normalidad? Este debe ser un momento ideal de cara a un cambio a gran escala, que remueva los cimientos.

¿En qué cree que debería ser diferente el fútbol después del coronavirus?

Por Jeison Cifuentes Pérez
Twitter: @jeisoncifuentes

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