Con un arquero improvisado, sin suplentes y dos debutantes, el 11 más extraño en la historia de River Plate le ganó a Independiente Santa Fe en Copa Libertadores.
La explicación supera lo futbolístico…
Al club bogotano le ganaron por berraquera. Por aplomo. Porque este tipo de escenarios le gustan a River Plate. No nos digamos mentiras: Los argentinos se crecen así. El significado del fútbol jugado con el corazón lo tienen en su ADN. Lo demás es imitación.
Las noches pletóricas de partidos escritos con tinta de leyenda en la Copa Libertadores tienen varios capítulos firmados por River. Incluso en las derrotas. No hace menos de un año lo hizo en semifinales frente a Palmeiras en Brasil. Eliminados, sí. Humillados, nunca. Orgullosamente argentinos, ellos vitorean cuando tienen escenarios tan adversos como este en especial, con el COVID-19 como el peor de sus enemigos en la previa. En la dificultad yace su hábitat.
River tuvo mérito por hacer dos goles en menos de seis minutos. También en la falla de Torijano, coautor del primer tanto en contra. Aunque no es definición únicamente: La clave es concentración. Ya estaban jugando el partido desde el camerino, camino al césped y en los protocolos. Cuando pitaron el inicio del juego tenían el marcador a su favor.
El peor fallo de este Santa Fe, incluso más que sus protuberantes yerros defensivos, fue pasar por alto la prédica que tan famoso lo ha hecho y de la cual, con bastante razón histórica, se enorgullecen sus hinchas. El corazón del león, el ímpetu Cardenal de luchar. Eso, lamentablemente para el seguidor capitalino, no los respaldó en esta ocasión.
Al Expreso Cardenal le pasaron factura en lo que tanto hemos querido negar a través de la historia de nuestro fútbol. Estamos tan copados de talento, creyéndonos invencibles cuando realmente tenemos una mínima porción de lo necesario para ser potencia y no ganar por accidente. Nos falta actitud. En los grandes desafíos los rivales nos superan por la cabeza, y no porque sean más altos para ir mejor en las pelotas aéreas. Nos derrumban con una dosis mínima de entereza.
Santa Fe es la muestra. Igual el Deportes Tolima, América, Deportivo Cali, Junior, Millonarios y hasta el mismo Atlético Nacional. En nuestro historial copero rebosan más las decepciones, que las glorias. Cuando nos ganan de camiseta es eufemismo. ¡Es porque somos muy frágiles mentalmente!