Millonarios cerró el Todos contra Todos con una victoria 4-2 sobre Boyacá Chicó, selló la clasificación como líder de la tabla y se quedó con la ventaja deportiva para los cuadrangulares. En medio del entusiasmo y el impulso colectivo, hubo un instante que marcó algo más profundo: Radamel Falcao García anotó el gol de la remontada y, al celebrarlo, besó el escudo del equipo de su alma.
Ese beso no fue casual. Fue cargado de historia, de sueños de infancia y de emociones contenidas durante años. Radamel no solamente estaba festejabando un gol. Celebraba un momento que esperó toda su vida. Y al ser consultado tras el partido, dejó claro lo que ese gesto significa: “Es innegable que este equipo, este club, esta institución, siempre la he añorado desde hace mucho tiempo. Ahora estoy acá e intento disfrutarlo”.
Un gesto que nació del alma albiazul
El beso al escudo en medio del festejo lo dijo todo. Falcao corrió hacia la tribuna sur, donde una de las barras del club alentaba sin descanso. Levantó el puño, apretó la camiseta y estampó sus labios sobre el escudo de Millonarios. La imagen quedó registrada para siempre, como testimonio de un amor que nació en la niñez y que hoy, a sus 39 años, puede vivir en carne propia.
No es habitual que una figura del fútbol mundial, con paso por equipos como Porto, Atlético de Madrid, Mónaco, Manchester United, Chelsea y Galatasaray, hable con esa ternura sobre un club colombiano. Pero Falcao es distinto. Su historia con Millonarios es emocional, no profesional. Y ese vínculo emocional florece ahora, en el ocaso de su carrera, cuando su corazón habla más fuerte que las cifras.
Los goles de Falcao con Millonarios
Falcao lleva 7 goles en 23 partidos disputados con la camiseta de Millonarios. Los ha convertido en distintos escenarios del país, mostrando que su instinto goleador sigue vigente. Esta es la cuenta que ya se grabó en la memoria de los hinchas:
- Patriotas (estadio Bello Horizonte): gol a Juan David Valencia, victoria 3-0
- Boyacá Chicó (estadio Bello Horizonte): gol a Rogerio Caicedo, victoria 1-5
- Deportivo Pasto (El Campín): gol a Diego Martínez, victoria 2-1
- Atlético Nacional (Atanasio Girardot): penalti a David Ospina, empate 1-1
- Santa Fe (El Campín): gol a Andrés Mosquera Marmolejo, empate 1-1
- Unión Magdalena (Sierra Nevada): penalti a Eduar Esteban, victoria 1-3
- Boyacá Chicó (El Campín): gol de cabeza a Emiliano Denis, victoria 4-2
Cada uno de esos goles ha tenido su sello: inteligencia, ubicación, jerarquía y emoción. Pero el último, el que se celebró con beso al escudo, tuvo un significado especial: fue el primero desde que volvió de una lesión, fue el de la remontada, y fue en la casa azul.
Lo que viene para Millonarios y el deseo de Falcao ante Santa Fe
El calendario del fútbol no da tregua. Y el primer reto de Millonarios en los cuadrangulares será un clásico ante Santa Fe. Falcao ya lo anticipa con emoción y respeto, recordando sus raíces: “Tremendo, sí. Ojalá sea un buen espectáculo y hacerle gol al equipo de mi papá”.
La referencia no es menor. Radamel García, su padre, vistió la camiseta de Santa Fe en los años 80. Falcao lo recuerda en cada clásico, como homenaje y legado. Pero hoy, como hincha y jugador de Millonarios, quiere escribir su propia historia.
Un gol suyo ante el rival de patio no sería solo un grito de gol. Sería otra página para el recuerdo, un nuevo instante para besar el escudo y levantar el alma del hincha azul.
Más que un jugador, un símbolo para la hinchada de Millonarios
Falcao no solo ha venido a Millonarios a jugar. Ha venido a cerrar el círculo de su carrera. A vivir lo que tantas veces soñó. A dejar huella en la historia de un club que siempre llevó en el corazón.
Sus palabras, sus goles, su actitud, su forma de emocionarse en El Campín, todo eso lo está convirtiendo en un símbolo contemporáneo del equipo. Y ese beso al escudo, tan espontáneo y genuino, fue la mejor prueba de que hay decisiones que no se toman con la cabeza, sino con el alma.
En la tribuna se celebró a rabiar cuando el balón tocó la red. Pero fue el beso al escudo lo que erizó la piel. Porque en ese instante, Radamel Falcao García dejó de ser solo el ídolo de todos los colombianos. Volvió a ser el niño hincha que soñaba con vestir de azul. Y hoy, a miles de voces, le gritan que ese sueño también es el de todo un pueblo.