Una de las grandes periodistas deportivas del país, Melissa Martínez, quien actualmente trabaja en FOX SPORTS, opinó sobre el nuevo seleccionador de Colombia.
Minutos antes de abordar el vuelo de Teherán a Lisboa, de fondo se escuchaba My Way. Era uno de los últimos homenajes –de los tantos y efusivos que le hicieron- para despedir a un hijo adoptado durante ocho años en el país del antiguo imperio persa.
Carlos Queiroz siempre ha manifestado su gran pasión por la música de Frank Sinatra y tener de fondo esa canción le alcanzó a aguar los ojos al recordar que, ‘a su manera’, lo había logrado. No solo el reconocimiento por los resultados y la clasificación a dos mundiales, sino por lograr adaptarse al complejo mundo árabe y quedar inscrito como héroe nacional en la historia del fútbol iraní.
A falta de muy pocos protocolos, Carlos Queiroz era el inminente técnico de otro país menos complejo, más no por eso menos difícil. Cuatro días más tarde decenas de cámaras y un solitario hincha con ramo de flores en mano –al parecer iraní- lo esperaban en Bogotá. Sin mediar muchas palabras, pero con gesto amable, prometió aclarar todas las dudas al día siguiente.
Así, en su segundo día en Colombia, con la puntualidad de inglés (aprendida, quizá en los años como asistente de Ferguson en el Manchester) y como en un interrogatorio de juzgado, comenzó por decir que le excusaran la dicción pero que lo entendía todo. Trató de ser concreto sin esquivar la diplomacia.
En el ambiente quedó la simpatía de un hombre formado en más que academias de fútbol, instruido, confiable y de ideas claras. No se extendió a pesar de los 14 interrogantes, algunos a quemarropa, como con el fin de hacerle estrenar la chaqueta de la Selección que empezaba a lucir
De la impresión primera no hay duda de los buenos propósitos e intenciones. ¿A quién se le entrega algo que implica tanto de corazón, como la selección nacional, si no es a alguien que al menos en sus palabras venda esperanza? La razón y los resultados deberán esperar al menos hasta marzo cuando los otros interrogantes se comiencen a resolver ante Japón –y probablemente Corea del Sur– en la fecha FIFA de marzo.
Será la única forma de confirmar si es un técnico defensivo, si aprovechará lo mejor de cada legado que le dejó Pekerman o si su adaptación, al clima dentro de un camerino lleno de reggeaton y alegría, se da más pronto que tarde.
Algunos le quisieron poner de entrada sobre su espalda la Copa América de mitad de año. También, sólo después de julio se sabrá si fue apresurado o si a su manera Carlos Queiroz logrará dejar atrás la nostalgia del extranjero que dejó la selección tras dos mundiales y en el punto más alto de la ilusión, aún sin los reclamados títulos, que para muchos lo son todo.