Queremos escuchar al VAR (opinión)

En el fútbol de hoy, a la pregunta sobre el “¿cómo van?”, tan común, tan ordinaria en el argot de los aficionados, ahora se añade: “¿Hay VAR?”

La tecnología llegó para quedarse a sabiendas de las múltiples críticas que le esperan. El juego actual se define levemente en el césped, bajo un filtro muy fino sobre el cual reposan las cámaras y miradas de especialistas. Un gol en un partido con videoarbitraje se somete al escrutinio, como cualquier otra jugada dentro de las condiciones establecidas acerca de su uso. De cualquier manera, da igual. Partido que se juegue con VAR parece en un estado de revisión perpetua.

Hay todo un misterio creado alrededor de este recurso en el fútbol colombiano. Un cuarto tenebroso, donde todo lo dicho se suspende en un hermetismo aburridor. ¿Por qué no nos permiten saber de qué hablan?

Que se escuchen sus análisis y las posturas encontradas. Algún indicio del por qué esa jugada es roja. O el famoso fuera de lugar. O por qué, siendo que estaba frente a las narices del juez, no hubo sanción. Saber qué dicen mientras trazan las líneas tan curiosas, con los recónditos puntos de fuga. Esos audios que liberan a lo que parece una enclaustrada imparcialidad, consumida en los vericuetos más profundos de la presunta precisión tecnológica, tan propensa a la sospecha por estos tiempos.

Porque el VAR, en lugar de aclarar dudas, las aumenta. Y el aficionado del común, que como usted o yo consumimos el producto por TV, no sabemos a ciencia cierta la razón de la decisión. Los comentaristas sufren por lo mismo. Ellos explican algo, pero el VAR sentencia lo opuesto. A veces parece que ellos, en su recinto tecnológico como un búnker donde espían los partidos, esperaran el comentario de turno -entre tanto monitor tienen uno con la transmisión oficial del juego- para luego dictar cátedra en el sentido opuesto.

Y usted, el hincha que se llena de angustia por saber qué decidieron, queda viendo un chispero. No entiende la razón del juicio. Un gol validado como una señal dictatorial orquestada por alguien o en realidad ese centímetro que el píxel nos esconce a todos, menos a la tecnología que lo ve y sabe todo, contiene la respuesta.

Es allí donde se deciden los encuentros ahora y cualquier elucubración, por más conspiratoria que sea, está desfasada porque técnicamente es así. Lo dijo el VAR: ¡Te alabamos señor!

Mientras ajustan las cámaras y la tecnología se utiliza para lo que es creada (facilitar el trabajo de las personas), hagan algo útil. Permitan al hincha escuchar los audios del VAR para al menos saber después por qué los árbitros se inclinaron por esa decisión. Instruyan. Edifiquen el camino del entendimiento. El nuevo hincha del fútbol también debe saber sobre su funcionamiento y así como tomó varios años entender a una regla como la del fuera de lugar, pues en el VAR pasa exactamente lo mismo.

Ayuden con los audios. De paso, crean un ambiente de transparencia porque hay quienes sospechan de su idoneidad. No es mentira. Miren: hagan un ejercicio y revisen en Twitter los comentarios que siguen después de un fallo controvertido del VAR. La sarta de críticas y su manto de sospecha sobre el trabajo de los colegiados es tan inevitable, como viral.

Uno no debe tomarse esos comentarios tan textuales, pero sí alimentan esa sensación de duda que en nada le conviene al mejoramiento institucional de nuestra liga. Si amamos el FPC, invitemos a la reflexión sobre temas como los audios. La Conmebol, por ejemplo, los usa y allí no ha pasado nada extraordinario. Ni tampoco es complejo.

Piénselo, señores encargados del VAR y directivos del fútbol colombiano. El espectáculo debe propender por ser un escenario propicio a la creación de conocimiento y el solo hecho de saber cómo analizan los árbitros una jugada es de gran ayuda para los hinchas, el mayor y principal activo que tiene este bello deporte en cualquier parte del mundo.

La pandemia nos alejó de los estadios. Que el VAR no nos erradique ese sentimiento tan lindo por un deporte cuyo único fin es alegrarnos la vida. No complicarla ni enredarla.

Twitter: @JeisonCifuentes

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