El mercado de fichajes en el fútbol colombiano empieza a tomar un tono distinto. Sin discusión, Atlético Nacional y Junior de Barranquilla son hoy los dos clubes con mayor capacidad financiera en el país, una condición que les permite mirar más allá del promedio del FPC y soñar con incorporaciones de impacto internacional. En ese contexto, un nombre volvió a instalarse con fuerza en el radar local: Wílmar Barrios, volante cartagenero con amplio recorrido en Europa y Sudamérica, que tras siete años en Rusia empieza a contemplar seriamente un nuevo rumbo para su carrera.
El mediocampista, actualmente al servicio del Zenit de San Petersburgo (Rusia), aparece como una opción que despierta ilusión en dos plazas históricas del país. Aunque el escenario es complejo y exige creatividad financiera, la posibilidad de verlo nuevamente en Colombia dejó de ser una utopía y hoy se analiza con mayor realismo en al menos uno de los dos frentes.
Un nombre que seduce a Junior y Nacional
Wílmar Enrique Barrios Terán, de 32 años, reúne un perfil que escasea en el medio local: experiencia internacional, liderazgo, recorrido en clubes grandes y presencia constante en competencias de alto nivel. Esa combinación explica por qué su nombre genera expectativa tanto en Medellín como en Barranquilla, aunque con matices claros entre uno y otro proyecto.
El propio jugador ha reconocido públicamente su simpatía por Atlético Nacional, club del que se declaró hincha en redes sociales hace algunos años, manifestando incluso su deseo de vestir algún día la camiseta verdolaga. No obstante, también ha sido enfático en señalar el respeto y prestigio que representa Junior, institución a la que considera uno de los grandes del país y una vitrina permanente a nivel continental.
En ese pulso entre deseo personal y realidad del mercado aparece una diferencia clave: hasta ahora, solo Junior ha dado pasos concretos para explorar la viabilidad de la operación.
Junior toma ventaja y ya hubo contactos
Pensar en un regreso de Wílmar Barrios al fútbol colombiano pasa necesariamente por un escenario específico: un préstamo, con un ajuste importante en las pretensiones salariales del jugador y una gestión directa ante el club ruso. La opción de una compra definitiva está descartada de plano, ya que el Zenit tiene tasada su ficha en una cifra cercana a los 10 millones de dólares, totalmente fuera del alcance de cualquier club del FPC.
Con ese panorama claro, Junior decidió mover primero. Desde la dirigencia rojiblanca se produjo un contacto inicial con el jugador para conocer sus pretensiones económicas dentro del mercado colombiano. En ese primer intercambio, las cifras fueron consideradas elevadas, pero no rompieron el diálogo. Las partes quedaron en volver a conversar, esta vez con una nueva propuesta ajustada por parte del club barranquillero.
La estrategia del Junior es clara: primero lograr un acuerdo con el futbolista y, con ese respaldo, iniciar la negociación con el Zenit para un préstamo oneroso. En ese punto, el papel del jugador sería determinante, solicitando directamente a la dirigencia rusa que le permita salir por un año.
Barrios cree que esa posibilidad existe. Durante siete temporadas en el Zenit ha mantenido un comportamiento ejemplar dentro y fuera del campo, participando en la obtención de 13 títulos y consolidándose como una pieza respetada en la institución. Desde su entorno consideran que ese historial podría pesar a la hora de pedir facilidades para una salida en calidad de préstamo.
Un pasado que casi lo viste de rojiblanco
La historia entre Wílmar Barrios y Junior tiene un capítulo que aún genera recuerdos. En junio de 2016, cuando el volante pertenecía al Deportes Tolima, estuvo muy cerca de convertirse en jugador tiburón. Incluso viajó desde Ibagué a Barranquilla para realizar exámenes médicos y cerrar su vinculación.
Sin embargo, a último momento la negociación se cayó por desacuerdos económicos entre las directivas del Tolima y Junior. Aquella frustración terminó cambiando el rumbo de su carrera: apenas dos semanas después, Barrios apareció en Buenos Aires para firmar con Boca Juniors, club en el que jugó cerca de tres años y dejó una huella imborrable por su entrega, carácter y regularidad en el mediocampo.
Atlético Nacional, expectante pero sin movimientos
Del lado de Atlético Nacional, el escenario es distinto. Pese a conocer el deseo del jugador y valorar su perfil, no se han producido contactos formales para intentar su fichaje. La gerencia deportiva, encabezada por Gustavo Fermani, ha sido clara en señalar que el club tiene otras prioridades inmediatas: laterales, extremos y un centro delantero.
Además, en el análisis interno del Verdolaga pesa un factor adicional: Jorman Campuzano, uno de los referentes actuales del equipo, cumple funciones similares en la mitad de la cancha, es más joven (29 años) y representa una inversión ya consolidada dentro del proyecto deportivo.
Las declaraciones recientes de Fermani también influyeron en la percepción del hincha. El directivo dejó en claro que Nacional no hará locuras económicas en este mercado y que, de realizar una inversión fuerte, estaría destinada a asegurar la continuidad de Alfredo Morelos, cuyo pase pertenece al Santos de Brasil.
El sueño del Mundial para Wílmar también entra en juego
Más allá de lo contractual, Wílmar Barrios analiza su futuro desde una perspectiva deportiva. El mediocampista fue parte fundamental del proceso de Selección Colombia entre 2017 y 2022, período en el que fue habitual titular. Sin embargo, en el nuevo ciclo liderado por Néstor Lorenzo, no ha vuelto a ser convocado en los últimos tres años.
El jugador considera que regresar al FPC podría darle mayor regularidad, protagonismo y visibilidad. En su análisis, el entorno local, la presión mediática y el rendimiento sostenido podrían reabrirle una puerta inesperada rumbo al Mundial de 2026 en Estados Unidos.
Por ahora, Barrios ya dio el primer paso: escuchar ofertas. Junior tomó la iniciativa, Atlético Nacional observa con cautela y el desenlace aún está abierto. Lo cierto es que su nombre volvió a sacudir el mercado colombiano y encendió una ilusión que, esta vez, no parece tan lejana.




