Nacional es un equipo lleno de jugadores discutidos, irregulares y que, al parecer, no sienten lo suficiente la camiseta. Gómez lidera a los “rescatables”.
La barra popular de Atlético Nacional sentenció al plantel actual: “Que se vayan todos. Que no quede ni uno solo” cantaron más de 30.000 personas en la eliminación contra Olimpia de Paraguay. Sin embargo, ese corito es un irrespeto con Sebastián Gómez y un par más: tal vez Emanuel Olivera y Felipe Aguilar.
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Gómez, aparte de correr y hacerse matar, metafóricamente, por la camiseta de Nacional, es el que sale a dar la cara en los momentos más complejos. Aunque no levantó la Copa BetPlay y siempre tiene a peces gordos por delante, su presencia es la que realmente representa al aficionados frustrado y cansado de perder.
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Contra Olimpia, Gómez fue Nacional; la esencia, la vergüenza y el pundonor. Ni que hablar de Felipe Aguilar y Emanuel Olivera, llenos de carácter, incluso, para pelear y carearse con los paraguayos, algo que no está bien, pero que le da gusto a la tribuna llena de impotencia. Ellos tres salieron aplaudidos.
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De resto, Nacional está lleno de jugadores de momentos. Aparecen en juegos que no sirven de nada, pero en los retos importantes, como este contra Olimpia, parece que no hubieran llegado al estadio o que incluso, se les hubieran tragado la lengua los ratones.