Néstor Lorenzo es el hombre indicado


Cuando la Federación Colombiana de Fútbol nombró a Néstor Lorenzo al frente de la selección pocos aprobaron la operación. Diez meses después la renovación, el modelo de juego y los resultados demuestran que el argentino es el hombre indicado.

No muchos estuvieron de acuerdo con su nombramiento, los argumentos de los detractores iban desde la falta de experiencia al frente de una selección nacional, hasta su vínculo con José Pékerman.

Muchos le dieron pocos meses de vida, incluso se animaron a ponerle fecha a su despido. No tuvieron en cuenta varios aspectos que los ejecutivos de la Federación tenían muy claros.

Lorenzo es un veterano muy curtido en el mundo del fútbol, como jugador hizo el curso completo con el Profesor Bilardo, fue uno de sus habituales en la zaga e incluso hizo parte del seleccionado subcampeón del mundo, jugando la gran final en el mundial de Italia ’90.

Ser compañero de Maradona y tener su respeto no era fácil. Lorenzo tuvo ambas.

Como entrenador hizo otro curso extenso y lleno de enseñanzas de altísimo nivel. Estar al lado del Profe Pékerman como su asistente principal durante tanto tiempo es una universidad con especialización, master y doctorado.

Su experiencia con el grupo de jugadores de la selección Colombia durante dos eliminatorias e igual número de mundiales y su magnífica relación con el grupo de futbolistas marcaron la gran diferencia a la hora de ser elegido.

Los dirigentes sabían que los jugadores referentes le respetaban y le tenían profundo cariño y confianza.

Lorenzo siempre fue el hombre de la relación personal con los futbolistas durante la era Pékerman, además fue el encargado del trabajo táctico. Néstor Lorenzo manejaba el trabajo en la cancha en las sesiones de práctica.

Lorenzo no estuvo de acuerdo con el comportamiento de Pascual Lezcano y prefirió dar un paso al costado del grupo de trabajo de Don José para labrar su propio destino. Con lo sucedido en Venezuela, el tiempo le ha dado la razón.

Ese gesto confirmó a los miembros de la Federación que Lorenzo era el hombre que pensaban, un caballero honesto que tomaba decisiones radicales cuando los valores, la ética y la decencia no estaban alineadas en su entorno.

Los jugadores lo respetaron aún más.

Néstor Lorenzo supo tener paciencia y no quiso estar en el foco mediático, entiende su trabajo como una responsabilidad suprema que se debe ejercer desde el perfil bajo y el silencio.

Lorenzo aplica la máxima de permitir que su trabajo hable por él. Y vaya que ha hablado en estos diez meses al frente del Tricolor nacional.

Desde que llegó en junio del 2022 la selección ha jugado 7 partidos. Tiene 4 victorias y 3 empates, 13 goles a favor, 6 en contra. Marcha invicto.

Pero más allá de los resultados, que poco importan en partidos amistosos, lo realmente valioso ha sido la evidente renovación que ha puesto en marcha y el modelo de juego que implantó en el equipo.

Los colombianos ya nos empezamos a acostumbrar a apellidos como Lucumí, Cuesta, Machado, Sinisterra, Arias, Durán, Borrero, Castaño, Valoyes, Estupiñán, Asprilla, Llinás, Carrascal, y muchos más.

Todo este proceso de recambio manejado con maestría, pues ha sabido mantener a algunos referentes veteranos que ayudan en la transición. Y con la misma sabiduría ha separado a otros veteranos que dividen el grupo.

El camino del recambio de nuestro fútbol está en marcha y funciona muy bien.

La manera en la que le ha implantado un nuevo chip a los jugadores en el sistema de juego de la selección luce muy bien.

Nuestra Tricolor finalmente juega un fútbol moderno, actual. Es un equipo en el que los atacantes y los volantes que generan juego tienen un compromiso total con las ayudas en marca y cuando se tiene el balón es un equipo vertical, dinámico y directo.

La selección trabaja con un bloque sólido, siempre pensando en generar progresiones y establecer sociedades que generen superioridad numérica frente al rival.

Es obvio que aún falta mucho trabajo, que faltan automatizaciones y constancia durante lapsos más amplios de los partidos. Sirven de ejemplo los flojos primeros tiempos frente a México, Corea del Sur y Japón.

Pero cuando las cosas se hacen bien incluso esos malos momentos han servido para encontrar otra gran virtud de Lorenzo. El argentino es un entrenador que sabe meterle mano al equipo en los entretiempos y cambiarle la cara para las segundas partes.

Esa es una de las principales virtudes de un entrenador, tener la capacidad de recomponer malos momentos o planteamientos equivocados.

Falta mucho, aún no vemos a la selección de Lorenzo jugando por puntos que tengan significado real. Pero si en el desayuno se sabe lo que va a ser el almuerzo, vamos a disfrutar de un banquete futbolero con una selección totalmente renovada

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