Camilo Henao
Camilo Henao

Igual a como sucede en la vida


Los canales de deporte, los portales especializados, las plataformas de streaming y las redes sociales ampliaron la forma en la que consumimos información sobre este célebre deporte. Cada minuto, imágenes y videos de jugadas memorables que ocurren en todo el mundo alimentan la pasión que sentimos por el juego y lo que genera en su entorno.

Con rapidez pasamos de los goles de Messi, al novedoso sistema que Guardiola usará en el más reciente partido del Manchester City, o a una jugada polémica de la liga colombiana, o incluso, disfrutamos como si fuera hoy, la repetición de una anotación y su celebración en los años noventa. Hoy, no existen límites para el consumo del fútbol.

Con ojo de relojero suizo nos fijamos si el delantero antes de ejecutar un tiro libre levanta la mano derecha, o si se esconde la cara con la camiseta cuando falla una definición clara. Sentimos que al conocer de memoria las estadísticas, los nombres de los jugadores, los resultados previos, el estado físico de cada integrante, sus motivaciones y sus grandes luchas personales, podemos predecir lo que sucede en el campo de juego.

Nos sentimos con toda la autoridad para cuestionar la alineación de un equipo, el diseño del uniforme y la forma como un delantero celebra un gol. En una interminable secuencia, millones de personas en el mundo viven, opinan, cuestionan y sufren por cada jugada que se realiza en un partido. No importa la nacionalidad, la ubicación geográfica o los colores que defendamos.

Pareciera que cada uno de nosotros tenemos un oráculo capaz de predecir los resultados, cómo debe jugar un equipo y hasta la forma en que un arquero tiene que salir a achicar al balón. Unos lo hacen con mayor beligerancia, otros de forma algo más tímida, pero al final, cualquier que siga el fútbol señala, opina, contradice y hasta presagia un resultado.

Más allá de los resultados

Lo que realmente hace especial este deporte para las personas que lo seguimos es que genera pasión. Nos ilusionamos viendo la final de la Copa Mundo, siguiendo cada partido de nuestro amado y sufrido equipo o simplemente si nos llega un video de una espectacular jugada realizada por un jugador en una modesta liga.

Hay algo fascinante que nos emociona y nos lleva a identificarnos genuinamente con la forma en la que un jugador siente el fútbol; la historia sufrida de un equipo o la celebración de un gol convertido en el último minuto y que les da un campeonato.

Por más que parezca que sólo se valoran las victorias, en el fútbol caben todos, los que ganan y los que pierden. Los jugadores más habilidosos, los físicos, los más técnicos, los que piensan, el que juega todo el partido o el que entra al minuto 83 y termina siendo la gran figura.

Pasa igual con los seguidores, los expertos, los pasionales, los tímidos y los que apenas se están sumando. No importa si no sabe quién es el número 18, o si tiene el registro histórico de los partidos ganados, perdidos, o empatados. Bienvenidos todos.

Nunca por más que pensemos que sabemos todo de un equipo, de un jugador o de una liga podremos predecir las emociones y los sentimientos que el partido nos va a generar. Podemos celebrar al minuto siete, sentir que todo está perdido al 73 y llorar de emoción por el desenlace en el 96.

El fútbol es mágico porque al final y como pasa en la vida misma, la pasión y la capacidad para intentarlo una y otra vez es lo que hace posible conseguir cualquier sueño. Siempre, y sin importar el resultado pasado, hay un nuevo partido para volver a intentarlo.

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