Algo está pasando con el Ingreso Suplementario de Seguridad (SSI) y no son buenas noticias. Entre diciembre de 2024 y enero de 2025, el número de personas que reciben esta ayuda ha caído de manera preocupante. Hablamos de un programa vital para quienes tienen pocos ingresos, alguna discapacidad o son mayores de 65 años.
En diciembre de 2024, unas 7,29 millones de personas dependían de estos pagos, pero en enero solo quedaban 7,26 millones. Parece un ajuste pequeño, pero si seguimos esta tendencia, podría haber problemas mayores en el horizonte.
¿Por qué está bajando el número de beneficiarios del SSI?
La explicación no es sencilla ni tiene una sola causa. En algunos casos, la gente deja de recibir el SSI por razones habituales: fallecimientos, cambios en la elegibilidad o porque sus ingresos han aumentado. Para 2025, el límite de ingresos mensuales para acceder a este programa es de 2.019 dólares para una persona sola, con montos más altos para familias y parejas. Pero hay más factores en juego.
Uno de los más preocupantes es el estado de la Administración del Seguro Social (SSA). La agencia está atravesando serios problemas de personal, lo que afecta la gestión de solicitudes y el mantenimiento del sistema. Un informe reciente de Associated Press reveló que la SSA podría perder al menos 7.000 empleados, de los 60.000 que tiene actualmente. Algunos hablan de recortes que podrían llegar hasta la mitad de la plantilla. Menos trabajadores significa más retrasos, más errores y, lo que es peor, más gente perdiendo el acceso a un beneficio que puede marcar la diferencia entre llegar a fin de mes o no.
El impacto de perder el SSI
Cada persona que deja de recibir el SSI es alguien en una situación vulnerable que se queda sin una ayuda crucial. Lo explica bien Ryan, un experto financiero entrevistado por Newsweek: «Cada beneficiario eliminado del SSI es una historia de mayor vulnerabilidad». Normalmente, quienes dependen de este apoyo son personas mayores o con discapacidades, sin otra forma de cubrir lo básico. Para ellos, perder el SSI no solo significa quedarse sin un ingreso mensual, sino también enfrentar dificultades para acceder a otros programas esenciales.
Uno de los mayores riesgos es que muchas de estas personas también pierdan su cobertura de Medicaid. Sin SSI, podrían quedarse sin seguro médico, lo que les dificultaría recibir atención sanitaria. Como dice Ryan, «es como tirar de un hilo que deshace toda una red de seguridad». La ayuda económica, el acceso a la salud y otros beneficios están tan conectados entre sí que cuando falla uno, el resto también puede venirse abajo.
¿Qué hace falta para estabilizar el SSI?
El futuro de este programa depende en gran medida de las decisiones que tome la SSA respecto a su personal y presupuesto. Si los recortes continúan, el sistema podría colapsar aún más, con más demoras, más errores administrativos y, al final, más personas perdiendo sus beneficios sin una razón justificada. No es solo una cuestión de dinero, sino de compromiso con los ciudadanos que más lo necesitan.
Si no se garantiza un funcionamiento eficiente del SSI, millones de personas podrían quedarse sin una red de apoyo fundamental. Y no se trata solo de enviar pagos a tiempo, sino de mantener la seguridad y el bienestar de los beneficiarios en el largo plazo.
El descenso en el número de beneficiarios del SSI no es un simple dato estadístico. Es una alerta sobre los problemas que enfrentan las personas que dependen de esta ayuda. Con los recortes en la SSA, todo apunta a que la situación podría agravarse si no se toman medidas urgentes. Necesitamos soluciones que aseguren el acceso a estos beneficios y protejan a los más vulnerables. No es solo un tema de política económica, es una cuestión de justicia social.