Para jugar en Deportivo Cali, Juan Castilla le dio un giro total a su vida. Volvió al país, dejando a su familia y siendo acogido por un par de compañeros, vitales en su adaptación a lo nuevo.
Es un futbolista de 19 años, 17 de los cuales los vivió en Estados Unidos con gran parte de su familia. A esta altura de su vida y luego del paso por Houston Dynamo, surgió la posibilidad de llegar al FPC. La tomó. Un reto personal y un sueño cumplido para él y los suyos, vistiendo la camiseta del cuadro verdiblanco. Eso sí, para hacerlo asumió varios cambios en su día a día.
Juan Castilla y el jugador del Cali “que es un modelo para él”
Cuando fue fichado por Deportivo Cali, más allá de los primeros días con su familia en la ciudad, pasó a vivir solo. Se quedó de tal forma en la ciudad, tal cual sucedió con el boliviano Luis Haquín en el inicio de la experiencia de ambos en el club. Llegaron al mismo tiempo y lo que compartieron en ese instante fue determinante en el caso de Juan Andrés.
Así lo contó en entrevista en Zona Libre de Humo Radio: “Cuando llegué estaba en el mismo hotel que Haquín. Él es un modelo para mí. En él he visto lo que es un verdadero profesional, un verdadero capitán y con él me la llevo muy bien”.
Ese es el primero. Y luego hay que sumar otro nombre que, curiosamente, durante el semestre no ha tenido relevancia en el campo de juego. Sí afuera, tal como lo contó Castilla: “También me ha ayudado Humberto Acevedo. Él me lleva a comer, a dar vueltas. Me ayudó mucho en el proceso de adaptación”, contó. Es otra de las novedades del equipo para el semestre. Volvió tras rescindir contrato en Ecuador con el Club Libertad.
Juan Castilla y lo que significa jugar con Teo Gutiérrez
Fue otro de los temas en la mencionada entrevista en la que además, contó que en el plantel es conocido como “El Gringo”. Claro, es una obviedad debido a su vida en Estados Unidos durante más de 15 años: “Jugar con Teo es de esas cosas que le voy a contar a mis hijos. Es algo bonito que me regala el fútbol, conocer jugadores así y compartir el campo con hombres de tanto nivel, de tanto nombre. Compartir con ellos, conocerlos. Es una bendición grande y trato de aprender de ellos todos los días. En los entrenamientos, si no le doy el balón a Teo, me regaña. Y en los partidos, cada vez que lo veo solo sé que si se la doy, puede crear peligro. Nos vamos conociendo y nos podemos ayudar el uno al otro”.