Montero, Vargas, Llinás, Vega y Mackálister Silva. Si Gamero ha tenido éxito en Millonarios es gracias a la columna vertebral que construyó.
Cuando se habla de “equipos de autor” siempre hay que partir de los jugadores. Hoy en día es difícil que en el fútbol mundial se vean conjuntos capaces de sostener un buen nivel año a año porque es algo que se consigue sólo con continuidad, sociedades y competencia permanente. Cimentar una base y a partir de ahí ir sumando matices, variando detalles. Ese es el secreto del éxito de Alberto Gamero en Millonarios.
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El gran Tito llegó en 2019 a Bogotá y empezó a construir la columna vertebral que le ha dado dos títulos. Famosa es la anécdota de que Álvaro Montero, a quien conocía del Deportes Tolima, le aseguró que para ganar tenía que llevarlo al arco azul. De Ibagué no sólo se trajo al guardameta guajiro sino que también convenció a un defensor costarricense de gran nivel.
Juan Pablo Vargas ya era un zaguero fiable de por sí, pero para fortalecer todavía más la defensa metió mano de la cantera. Un tal Andrés Llinás, hijo de un directivo e hincha foribundo de Millonarios, terminó siendo el compañero perfecto. Piensen en la cantidad de veces que el tico y el bogotano han jugado juntos. Se conocen el uno al otro cual pareja amorosa.
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— Millonarios FC (@MillosFCoficial) July 7, 2023
Adelante de ellos casi siempre ha estado Stiven Vega, otro chico de las divisiones inferiores que se ha convertido en el jefe dentro del campo. De hecho, así le dicen sus compañeros. A pesar de que estuvo bastante tiempo lesionado, volvió y fue clave para ganarle esa final histórica a Nacional.
Y luego, coronando esa columna, está David Mackálister Silva. El corazón del vestuario, el líder que se aguantó las malas y ahora disfruta las buenas. Todos los demás jugadores que han participado del proceso han sido complementos. Pero que quede claro que la fórmula ganadora de Gamero se sustenta en estos cinco pilares. ¿Será que logra mantenerlos ahora que renovó?