El Poderoso DIM encontró el camino en la temporada a partir del partido en Barranca. Desde ese momento hay un común denominador en los buenos resultados, la solidez defensiva.
Hay frases históricas en el mundo del fútbol que han hecho carrera porque son absolutamente irrefutables. “Dame un gran arquero y dormiré tranquilo”. “Los equipos se arman de atrás hacia adelante”. “El zaguero central es el Jefe de un equipo”.
En el caso del Deportivo Independiente Medellín versión 2.023, las frases que hablan de la importancia de contar con seguridad en la parte de atrás para construir el equipo a partir de allí sí que son ciertas.
Sobre el arquero Mosquera Marmolejo nunca hubo dudas, al contrario, en los momentos más complicados siempre ha sido el ángel guardián del equipo. El Rojo le debe muchos puntos a Marmolejo.
El problema del DIM al inicio de la temporada, hablando de solidez defensiva y seguridad, empezaba un paso más adelante de Mosquera Marmolejo.
Los laterales eran inseguros y no había ninguno realmente dueño de la posición. Alternaban Yulian, Jordy, Marulanda y Londoño. Ninguno arrancó bien la temporada.
Los centrales tenían un gran problema. David quiso introducir el modelo de juego de posesión y posición, ese que predica la higiene total saliendo con el balón dominado desde atrás.
Incluso ensayó el modelo de tres centrales en defensa. Fue un desastre.
Moreno y Cadavid son dos centrales fuertes, grandes, con excelente juego aéreo, impasables en el mano a mano, recios en la marca. Pero no tienen delicadeza y exquisitez con el balón dominado. No son jugadores para sacar al equipo limpio desde atrás.
El cerrojo defensivo primario de un equipo lo completa la primera línea de volantes. Si bien es cierto que los extremos tienen obligaciones defensivas sin el balón, y los creativos y atacantes deben ser los primeros defensores de un equipo; lo cierto es que el arquero, los zagueros y los volantes pivote son los que llevan el peso defensivo de un equipo.
En esa primera línea de volantes también había problemas. El equipo perdió a Arregui, su caudillo, un hombre muy difícil de reemplazar. Loaiza demostró que no tiene las herramientas para tomar ese lugar. Daniel Torres no había tomado la curva alta de rendimiento y Alvarado estaba lesionado.
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En mi concepto Ricaurte no es volante de primera línea. Es un hombre con gran talento creativo, de tanque pequeño y sin instinto de marca.
A partir de ese partido frente a Alianza Petrolera, las cosas empezaron a tomar un nuevo rumbo. Londoño y Monroy se afianzaron como laterales titulares.
David no fue terco y dejó en plan secundario el modelo ‘Barcelona’. Retomó el fútbol directo como sistema principal y los centrales se sintieron cómodos.
Alvarado regresó de su lesión y la brindó una alternativa válida al técnico para combinar las parejas de primera línea.
Daniel Torres alcanzó su nivel y aportó la seguridad necesaria en la posición. Luego vino la lesión de Ricaurte y catapultó el gran momento y la consolidación de Alvarado.
Hoy todos recitamos de memoria ese bloque defensivo tan necesario en cualquier equipo. Marmolejo, Monroy, Moreno, Cadavid, Londoño, Alvarado y Torres.
Desde aquel partido ante Alianza en Barranca el equipo ha jugado siete partidos, con balance de cinco victorias, un empate y solo una derrota.
Tiene diez goles a favor y cuatro en contra y ha sacado el arco en cero en cuatro de esos siete partidos. Los números hablan por sí solos.