Desde las inferiores de América siendo un niño hasta convertirse en el ídolo de una generación completa. La historia de Adriancho.
Adrián Ramos es el capitán del América de Cali y representa todo lo que esa palabra significa. Es un líder positivo que siempre está para sumar dentro y fuera de la cancha, por lo que se ha ganado un cariño importante, tanto de la hinchada escarlata, como de la gente en general en el fútbol colombiano. Un señor, un caballero, que se gana la vida jugando fútbol.
Ya es ídolo del América, aunque solo ha ganado 2 títulos con el equipo. Comenzó su carrera en la institución en 2004, ganó una liga siendo el goleador en 2008, recorrió Europa, jugó con la Selección Colombia, volvió con 35 años en 2020 y ganó otra liga siendo nuevamente goleador. Es el quinto máximo anotador en la historia del club y ahora, con casi 38 años, le puso el viento a la brisa y levantó al equipo de Lucas González.
La historia de Adrián Ramos
No hablaremos de su recorrido y lo que ganó, pues eso lo saben todos y lo encuentran fácil en Wikipedia. Vamos a hablar de Gustavo Adrián, ese niño que salió de Villa Rica con el sueño de ser un futbolista como su padre, de lo que tuvo que pasar para convertirse en un profesional y lo que hace ahora para que más niños sigan soñando como él lo hizo hace muchos años.
Su padre, Gustavo Ramos, quien era un espigado defensa central que llegó a jugar en las reservas de Deportivo Pasto tras buenas actuaciones en la Selección del Cauca, le inculcó el amor por el fútbol. Lastimosamente, falleció cuando Adriancho tenía 9 años, por lo que su madre, Anayiber Vásquez, fue quien se encargó de mantener vivo el sueño de ser futbolista.
Mientras tenía sus primeros pinitos en el fútbol, Adrián trabajaba en un local donde los niños iban a jugar videojuegos en maquinitas. Esto para ayudar a su madre con los gastos del hogar, pues también es el mayor de sus hermanos. Poco a poco el sueño de vivir del fútbol comenzó a tomar forma y los resultados a día de hoy son incuestionables.
Jugaba en una escuela de su pueblo natal, hasta que un profesor se lo llevó a probarse con América de Cali. Tuvo que luchar, pues sus formadores decían que era muy flaco para ser jugador, pero a punta de fútbol convenció a Eduardo Lara de llevarlo a la Selección Colombia sub-17 para el mundial de la categoría en Finlandia 2003, donde le hizo un triplete al anfitrión en la segunda fecha.
Adriancho en 2023
Esto también cambió la imagen de la gente de América, que para 2004 le dio la oportunidad de hacer su debut. Allá comenzó una linda carrera que, aunque muchos no lo quieran, está cerca de llegar a su fin. Por eso, ahora se prepara como director técnico en la Universidad San Buenaventura y también tiene la Fundación Adrián Ramos en su pueblo Villa Rica, donde le da esa mano a los más jóvenes para que al igual que él, puedan salir adelante a través del fútbol.