Durante años, Juan Fernando Quintero tuvo un sentimiento muy fuerte hacia el DIM. No solo por su talento y su historia con el club, sino por ese vínculo emocional que lo llevó incluso a tatuarse el escudo en la piel. Su amor por Independiente Medellín era evidente, profundo y público.
Sin embargo, todo cambió en un solo día. En una entrevista reciente en el programa “Desnúdate con Eva”, conducido por Eva Rey, el talentoso mediocampista colombiano se sinceró sobre un momento que lo marcó: su regreso al Atanasio Girardot con la camiseta del América de Cali y el recibimiento hostil que recibió por parte de la hinchada. Una experiencia que, según él, terminó por apagar ese amor que sentía por el equipo de sus amores.
Una herida que Juanfer Quintero no esperaba: «Me insultó todo el estadio»
Juanfer no buscó rodeos para explicar lo que vivió. Fue directo, con la voz cargada de decepción: “Soy hincha de DIM y cuando jugué el último partido con América, me insultó todo el estadio. No sabes la decepción que sentí y no solo yo, mi mamá también”. Ese instante, más que un momento incómodo, fue el punto de quiebre.
Según contó, no se trató solo de un mal rato en la cancha. Fue un golpe emocional que impactó a su entorno más cercano. “Ahí decía ‘estas son las cosas que uno dice no vale la pena’. Ahí me cambió realmente el concepto, el sentimiento”, dijo. Aquel partido dejó en él un vacío, una sensación de haber sido traicionado por quienes más esperaba comprensión.
Un amor verdadero que Juanfer terminó en silencio por el DIM
El mediocampista quiso dejar claro que su vínculo con el DIM no era de palabras. Era de acciones. De recuerdos. De compromiso real. “Tengo el escudo tatuado, eso es ser hincha del DIM”, afirmó. Y fue precisamente esa cercanía la que hizo más dolorosa la reacción que vivió en el estadio.
“Las veces que he llorado por Medellín, no lo sabes”, confesó. La relación entre Quintero y el club paisa era profunda, construida con pasión y lealtad. Sin embargo, sentir el rechazo de la tribuna y escuchar los insultos hacia él y hacia su madre fue una señal definitiva: “Volver al estadio, que te insulten a ti, a tu madre, se acaba todo, murió todo”.
Juanfer Quintero: “Nunca voy a devolver odio, pero se acabó”
En su conversación con Eva Rey, Juanfer mostró una actitud serena, pero firme. No lanzó reproches, ni buscó revancha. Solo expresó el final de una etapa que para él fue muy importante. “He hecho muchas cosas que la gente ni sabe. Nunca voy a devolver odio, pero se acabó y lo digo hoy porque no cambia”.
Estas palabras revelan un proceso interno que viene desde hace tiempo. El episodio en el estadio fue el detonante final de una ruptura que ya se venía gestando por otras decepciones. “Han pasado situaciones tan grandes en mi vida que esto ya no me sorprende. Les deseo lo mejor y ya está”, agregó con tono resignado.
El escudo en la piel, pero no en la memoria de todos
Resulta llamativo que un futbolista que siempre se identificó con los colores del DIM, que nunca ocultó su amor por el equipo y que incluso llevó ese sentimiento al nivel de tatuárselo, terminara siendo recibido como un enemigo en su propia casa. Ese contraste entre su entrega y la respuesta de la hinchada marca una de las fracturas emocionales más profundas que se recuerden entre un ídolo y su afición en el fútbol colombiano reciente.
La entrevista dejó en evidencia que Quintero no esperaba aplausos ni homenajes, pero sí un mínimo de respeto. Y cuando eso no ocurrió, decidió cerrar el capítulo con dignidad, sin escándalos, pero con palabras que retumban: “Se acabó todo, murió todo”.
Un mensaje que interpela a toda una hinchada
Más allá del caso puntual de Juanfer Quintero, sus declaraciones invitan a una reflexión más amplia sobre la relación entre los jugadores y las hinchadas en el fútbol colombiano. ¿Qué tan frágil es el cariño de la tribuna? ¿Hasta qué punto un jugador puede pasar de símbolo a señalado?
Lo vivido por Juanfer en el Atanasio Girardot y su testimonio posterior reflejan el impacto que puede tener la intolerancia y la falta de memoria en el deporte. Cuando los vínculos emocionales se rompen por la hostilidad y el irrespeto, lo que queda es un vacío que ni siquiera el talento ni la historia pueden llenar. Y aunque él sigue con su carrera, su historia con el DIM quedó congelada en ese día en el que los insultos apagaron un amor que parecía eterno.