El elenco rojiblanco dejó una cara muy pálida en la derrota 3-1 ante Atlético Nacional. Perder este partido le debería dejar algunas certezas al cuerpo técnico.
Desde los primeros minutos la balanza estuvo inclinada hacia Nacional. Junior salió a presionar desarticuladamente y a destiempo, por lo que el rival aprovechó y aplicó muy bien el concepto de tercer hombre en salida de balón. Alex Mejía se retrasaba, atraía marcas y Felipe Aguilar conducía con pelota dominada. Así se produjo el córner que desembocó en el primer gol, en el que Didier Moreno pierde la marca y luego desvía el esférico.
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Jarlan Barrera y Daniel Mantilla causaron estragos a las espaldas de Moreno, que padeció durante todo el juego por su falta de lectura a la hora de tomar marcas y darle equilibrio al sistema táctico. En general, en el cotejo la tendencia fue un Junior largo y partido en las dos fases, que siempre quedaba mal parado y corriendo hacia atrás.
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Moreno, Germán Mera y Edwin Velasco abrieron agujeros por todos lados. Albornoz tuvo un estreno liviano por izquierda, Daniel Giraldo no se hizo notar entre líneas y Cetré fue más ímpetu que claridad. Además, Yesus Cabrera tuvo una función más de mediapunta y se vio muy disminuido.
En general, solo Sebastián Viera (de no ser por él, el marcador era más largo), un Homer Martínez en modo apagaincendios y Fernando Uribe-que metió la única que tuvo- aprobaron el examen. También las entradas de Fabián Ángel, Sambueza y Carmelo Valencia fueron positivas, pero no lo suficiente como para transformar la mala dinámica del equipo.
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Es un resultado que deja sensaciones negativas e invita a que Juan Cruz Real tome decisiones sobre cómo gestionará la plantilla. El equipo pide ajustes en lo nominal y lo táctico, pues cada partido trae su propio contexto. Sin dramatizar, Junior deberá aprender de este prueba y error para construir el equipo que está en la cabeza del DT.