Deportivo Cali, local, con ventaja por las expulsiones de su rival, jamás encontró la fórmula que le diera el triunfo. América celebra 1 – 0.
Los primeros 45 minutos del clásico fueron una versión pendenciera, mal jugada, con dos expulsados en la visita y un gol en contra para el Cali.
La cancha, resbalosa por la lluvia, empozada en otros sectores donde el balón frenaba en seco, complicó el trámite. También el despiste defensivo en la acción ofensiva para el tanto americano, obra de Adrián Ramos.
No hubo fútbol en un contexto semejante. Las expulsiones terminaron de configurar la versión más antagónica del derbi caleño. En adelante, con corazón y la ventaja de contar con dos elementos más en el campo, Deportivo Cali quiso ir por la victoria.
Dudamel copó los espacios disponibles con jugadores de ataque. Debutó Vuletich y puso a Velasco. Salieron Mafla y Leyton. Un frontón en campo rival, sin muchas ideas. También una salvada que no estaba en los pronósticos (remate en el palo de Paz).
América, agazapado, bien en defensa, soportó cada embate. Resistir a como diera lugar, a la espera de que se consumaran los minutos. Su labor ya adquiría ribetes de heroísmo, favorecido por la confusión reinante en el Deportivo Cali.
No le salía una al Azucarero. El 1 – 0, con dos jugadores menos en el rival, por momentos no era ventaja, sino carga. Maniatado en su desespero, el Cali fue inofensivo, chiflado.
América se envalentonó. Graterol y compañía sacaron el arco imbatido. Impecable aporte defensivo, complementado con el amor propio.
