Cuando Polilla asumió el reto de dirigir al América de Cali en Copa BetPlay, lo hizo con una premisa clara: luchar en cada torneo como lo exige la historia y grandeza del club.
Desde el inicio de la competencia, dejó claro su mensaje tanto al equipo como a la hinchada: “Obligación no. La obligación de América es salir a pelearla. Se lo he dicho a los jugadores. Una institución como esta no te permite elegir torneos”. Estas palabras resonaron como un llamado a la responsabilidad y al orgullo por el escudo que defendían.
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“En relación con la Copa, yo quiero ganar. El miércoles (en la ida) vamos a poner el mejor equipo que tengamos aunque eso no quiere decir que sea el mismo que jugó hoy (victoria sobre Alianza en Valledupar). Veremos. Se nos viene una seguidilla de partidos importantes y no queremos correr el riesgo de tener lesiones musculares que impliquen la pérdida de 5 o 6 partidos porque estamos jugando cada 3 días. A la Copa le voy a dar toda la importancia que tiene, al menos por ahora. Me gusta y sé que en América no se pueden escoger los torneos. Se tiene que pelear todo. Ojalá que nos dé para pelear los dos frentes”.
América nunca había clasificado a la final de la Copa BetPlay, un torneo que parecía esquivo a pesar de su grandeza en el fútbol colombiano. Sin embargo, con Polilla al mando, el equipo abrazó esa mentalidad combativa, saliendo a luchar cada partido con intensidad y convicción. Desde las primeras rondas hasta el duelo decisivo contra Bucaramanga, América mostró que la camiseta pesa y que la mentalidad ganadora es clave para superar obstáculos.
El logro de clasificar a la gran final no solo rompe una barrera histórica para el club. Además reafirma el impacto de un técnico que supo transmitir su visión y espíritu competitivo. Polilla no permitió que las excusas o las prioridades se interpusieran en el camino de sus jugadores, recordándoles que en América no se eligen batallas, se pelean todas con el corazón. Fue esa filosofía la que impulsó al equipo hacia el éxito en esta edición de la Copa.
Hoy, América de Cali se encuentra en un lugar en el que nunca antes había estado en este torneo, y gran parte de ese mérito recae en la capacidad de Polilla para inspirar a sus dirigidos. Su frase, que al principio parecía solo un reto, se convirtió en el lema que llevó a América a superar los límites y soñar con alzar un nuevo trofeo.