Atlético Nacional, que debía remontar un 3 – 1 en contra frente al Olimpia, apenas empató a un gol en el Atanasio Girardot. Despedida internacional.
Si tiene hijos, de aquellos inquietos, pequeños, que no se duermen con facilidad en las noches, póngales el primer tiempo de Nacional y Olimpia. Perfecto para conciliar el sueño. Un soporífero eficaz y natural.
Una pena. Triste primer tiempo. Faltó fútbol, temperamento. No hubo ganas. Olimpia, sin exigirse, manejó el juego. Muy tibio el Verdolaga, con posesiones inofensivas. Ni qué decir de las llegadas al arco, con dos disparos. No, ¡así no es!
Qué pena con la afición. La de Nacional y aquellos hinchas del fútbol colombiano. Otra vez, un papelón por cuenta de nuestro fútbol. Las manos en la cabeza, un bostezo largo y doloroso. Adiós a un primer tiempo lamentable.
¡Despierta, Nacional!
Del banco de suplentes emergió el Rifle Andrade y con él, la explosión. Un gol festejado con desahogo. El revulsivo que pedía el partido derivó en un juego acorde con la expectativa. Los mejores pasajes de Nacional.
Iba como una tromba hasta el error. Mier, que pidió falta, se equivocó. Las manos esponjosas sirvieron la pelota al rival. 1 – 1.
Todo lo bueno duró poco. Volvió el caos, llegó la angustia. El desespero cobró dos expulsiones (una por bando).
Atlético Nacional, sometido por sus propios errores, se despide de la Copa Libertadores 2022. Se va en silencio, triste. El camino de un grande herido en lo más profundo de su orgullo.