La llegada del año 2025 supone un importante cambio en las reglas para acceder a la jubilación en España, especialmente para los trabajadores más jóvenes. A partir de ahora, quienes no hayan cumplido al menos 38 años y 3 meses de cotización a la Seguridad Social verán dificultado significativamente su acceso al retiro laboral y, especialmente, al cobro íntegro de su pensión.
Estas modificaciones forman parte de un proceso progresivo iniciado en 2013 bajo la Ley 27/2011 y la Ley General de la Seguridad Social, orientado a garantizar la sostenibilidad del sistema público de pensiones. Sin embargo, aunque la intención es clara, las consecuencias para miles de trabajadores podrían ser negativas en términos prácticos.
Edad mínima y cotizaciones: una barrera creciente
Para los trabajadores que no alcancen el mínimo exigido de 38 años y 3 meses cotizados en 2025, la edad ordinaria de jubilación ya no será de 65 años, sino que se retrasará hasta los 66 años y 8 meses. Además, para acceder al 100% de la base reguladora de la pensión, se exigirá tener al menos 36 años y medio cotizados.
La reforma no termina ahí. Durante los próximos años, estos requisitos continuarán endureciéndose gradualmente. Así, en 2027, la edad de jubilación ordinaria será finalmente de 67 años, salvo que se hayan cotizado al menos 38 años y medio, momento en que podría mantenerse en 65 años.
¿Qué significa realmente cobrar el 100% de la pensión?
Es fundamental diferenciar entre obtener el 100% de la base reguladora y cobrar la pensión máxima fijada por ley. Mientras que el primero implica recibir íntegra la cantidad calculada sobre las bases de cotización aportadas durante los últimos 25 años laborales, la segunda establece un límite máximo mensual (en 2025 situado en 3.267,60 euros mensuales).
Por ejemplo, un trabajador con una base reguladora mensual de 1.500 euros deberá cumplir rigurosamente los años mínimos exigidos si desea percibir la totalidad. Si no alcanza el mínimo de años exigido, la cuantía se reduce progresivamente según tramos establecidos por la Seguridad Social.
Así, con solo 15 años cotizados, apenas podría recibir el 50% de esa base, lo que significaría una pensión de alrededor de 750 euros al mes. En cambio, quienes logren superar el umbral mínimo (36 años y medio en 2025) asegurarán el cobro íntegro, aunque siempre condicionado al tope máximo anual.
Retos para los futuros pensionistas
Este cambio plantea importantes desafíos, especialmente para las generaciones más jóvenes que han entrado tarde al mercado laboral o que sufren largos periodos de desempleo. La posibilidad real de llegar a la jubilación con suficientes años de cotización se complica considerablemente.
En definitiva, la sostenibilidad del sistema público de pensiones en España parece asegurada con esta reforma, pero a costa de endurecer las condiciones de acceso, generando incertidumbre sobre la futura calidad de vida de los pensionistas.