A propósito de los últimos sucesos que han ocurrido en nuestro fútbol, donde la violencia, la falta de control, y las pocas medidas que se han implementado para combatir eficazmente el problema de las llamadas “barras bravas”, compartimos este artículo de Juan Fernando Moreno, periodista cercano a FUTBOLETE, quien amablemente nos autorizó a publicar su opinión con relación a las diferentes terminologías utilizadas para categorizar a los hinchas del fútbol.
Es importante diferenciar los conceptos de hinchas y de barras bravas. El primero es aquella persona que se identifica con un determinado equipo de fútbol y lo acompaña tanto afuera como dentro del estadio, caracterizado por la alegría, la responsabilidad y el respeto por los demás.
Podemos considerar que el origen del hincha de fútbol proviene de la subcultura juvenil netamente europea de amplio espectro. El ámbito geográfico que relaciona a este contexto es fundamentalmente la Gran Bretaña, la cual se ha encargado de exportar a otros países aspectos culturales durante más de treinta años. Los hooligans constituyen un movimiento subcultural que se ha estructurado en torno a los mismos factores que el resto de subculturas juveniles, como lo son, generación, género, territorio, estilo, entre otros, y que participa también de distintos elementos de la “cultura del hincha”.
Mientras que el término de barra brava se emplea para designar aquellos grupos organizados y con diferentes grados de profesionalización de la hinchada de un club, una masa amorfa y cambiante, y que cumplen varias funciones institucionales. Este grupo de personas, también llamadas el núcleo de la hinchada, se identifican con la utilización de banderas, denominadas trapos, con los colores del club, los cuales tienen el carácter sagrado que en los clanes tiene el tótem y diversos instrumentos musicales, particularmente los bombos. Estas barras también se caracterizan por ubicarse en las tribunas populares, aquéllas que frecuentemente carecen de asientos y donde los espectadores deben ver el partido de pie.
Bajo las definiciones que hemos venido revisando, el hincha de fútbol lo podemos ubicar en tres categorías:
Apoya a su equipo y entiende la esencia del juego.
Seguidor del equipo pero no conoce en su totalidad el juego.
El barrista, el cual tiene más una afinidad con su propia hinchada que por el equipo como tal. En términos coloquiales, lo podemos calificar como hinchas de la hinchada.
Al hablar del hincha, ya de entrada sabemos que vamos a entablar una relación con una persona que es totalmente subjetiva, y que siempre va actuar y pensar, buscando el beneficio para su equipo. Un ejemplo para ratificar esta afirmación, la podemos encontrar en el libro, El Fútbol a Sol y Sombra de Eduardo Galeano. “Rara vez el hincha dice, hoy juega mi club. Más bien dice, hoy jugamos nosotros”.[1]
Y esto es totalmente cierto, porque el hincha sabe cuál es su rol dentro y fuera del estadio. Este está orientado a empujar, a motivar a su equipo a través de las arengas y los cánticos, que aparte de tener una función motivadora para beneficio propio, busca generar el efecto contrario en la hinchada y en el equipo contrario.
Pero tampoco podemos obviar, el término fanático, el cual tiene implicaciones tanto en el hincha barrista como en el delincuente. Y ahí en este límite podemos encontrar esa línea delgada, donde el fútbol deja de convertirse en una fiesta deportiva, para transformarse en un aspecto que es inherente a la sociología y psicología, dentro de un determinado grupo étnico y cultural.
Bibliografía.
[1] Galeano. Eduardo. El Fútbol a Sol y Sombra. Editorial Siglo Veintiuno Editores. Octava edición. 2008. P.7