La Hípica es una de las principales atracciones para las casas de apuesta s

Las apuestas deportivas más curiosas


Hace ya algún tiempo que disfrutar de un evento deportivo va más allá de actuar como un simple espectador. Los pronósticos sobre resultados, estadísticas, etc.. son, para un número importante de los aficionados, un plus a la hora de vivir la experiencia de la competición. Esta circunstancia ha dado lugar a curiosidades al respecto; se enumeran algunas ellas a continuación.

La Superbowl es un evento de gran impacto en los Estados Unidos, cuyos anuncios son de los más caros y originales que podamos encontrar. Sin embargo, no todos los pronósticos hacen referencia al resultado deportivo: quién cantará el himno y cuánto durará la interpretación, así como si se olvidará de alguna estrofa, son algunas de las apuestas que se barajan antes de la ceremonia, como también lo es el color del Gatorade que, históricamente, se vuelca sobre el entrenador del equipo ganador; al igual que en el Grand Slam de Wimbledon, donde muchos elucubran sobre si un espontáneo desnudo irrumpirá durante el encuentro de tenis, algo cada vez más difícil gracias a las medidas de seguridad del torneo. La NHL es otra de las grandes ligas americanas y su espectáculo va más allá del marcador: las expulsiones dan mucho juego para los aficionados, máxime cuando uno de los principales motivos es emular a los famosos jugadores de la película protagonizada por Paul Newman que a todos viene a la cabeza.

Por supuesto, el deporte Rey de muchos países acapara gran parte de las apuestas deportivas y, por tanto, de las respectivas anécdotas. Los pronósticos de fútbol han producido innombrables situaciones curiosas. Y no sólo por los resultados en sí, sino también por la temática a la hora de hacer la apuesta. Un buen ejemplo de ello es lo que rodea al jugador Luís Suárez, un auténtico delantero lleno de talento, conocido por su papel decisivo a la hora de conseguir el gol, pero también por la curiosa costumbre de enfrentarse a sus rivales… mordiéndoles. Tal fue el patrón, tras dos antecedentes, que un aficionado noruego decidió pronosticar que el delantero daría un bocado a un contrincante en el transcurso de la Copa del Mundo de 2014; y aún con una probabilidad de 175 a 1, el valiente consiguió demostrar que tenía razón en sus sospechas: Chiellini mostró las secuelas del feroz ataque del uruguayo, que no pudo resistirse a probar un pedazo del defensa italiano.

Fórmula 1 - Lewis Hamilton

Si bien es cierto que los pronósticos se basan en adivinar, en cierta manera, el futuro, es verdaderamente complicado hacerlo a 10 años vista. Pues bien, un ciudadano inglés vio correr a un chico de 13 años en una competición de karts y vaticinó que llegaría a ser campeón mundial de Formula 1 antes de cumplir los 25. 10 años después, un joven llamado Lewis Hamilton hizo que el visionario apostador se embolsase 158.000 euros. Otro curiosos caso fue el del abuelo de Harry Wilson, que quiso apostar a que su nieto acabaría en la Selección de Gales de fútbol; muchos atribuyeron aquel acto al lógico cariño familiar, pero no andaría tan errado el hombre cuando, 14 años después, el seleccionador nacional le diese la razón y Wilson pasase a formar parte del equipo.

Cabe señalar que el deporte no monopoliza todas las apuestas, también existen pronósticos sobre otras tanta materias. Sin ir más lejos, uno de los temas que registra mayor movimiento es el de la elección del Presidente de los Estados Unidos; un hecho que ha ido en aumento con las diferentes convocatorias, llegando a batir récords con la participación de Donald Trump. Y si el mandatario estadounidense revoluciona las apuestas, ¿por qué no iba a hacerlo la designación de un nuevo Papa de Roma? Así fue tras la retirada de Benedicto XVI, aunque lo cierto es que la elección final no estaba en muchas de las quinielas, que se decantaban más por Peter Turkson, el cardenal Ghanés. Más allá de la política, los acontecimientos de relevancia también copan las predicciones de muchos ciudadanos del mundo: en 1964 un señor inglés apostó que el hombre llegaría a la luna en menos de 70 años; probablemente a muchos les pareció disparatado, pero cuando al cabo de sólo 5 Armstrong puso el pie en el satélite y verbalizó las recordadas palabras, nuestro protagonista británico debió ser uno de los más felices del planeta.

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