Dicen que para ser técnico se necesitan dos fotos y ser terco. Definitivamente los entrenadores son una raza única de seres humanos.
Es uno de los trabajos más inestables y estresantes que existen. Llevar el peso de 25 futbolistas, la prensa, la hinchada, los dirigentes y los rivales sobre los hombros no es una tarea sencilla y no cualquiera tiene la espalda para soportar semejante peso.
Además, es el primero en ser señalado cuando hay derrotas, y el último en ser referenciado cuando llegan los triunfos.
Dicho esto, la tarea del periodista es analizar los movimientos y decisiones que lleva a cabo el técnico.
Sobre el partido de anoche en Neiva es imposible entender la razón por la cual David González decidió sacar de la cancha al mejor jugador de los 22 que hacían parte del encuentro.
El técnico conoce a sus jugadores mejor que nadie, eso es cierto, pero todos los demás tenemos ojos y estamos viendo el desarrollo del partido. Salvo lesión, la cual no existió, no se entiende la decisión de David.
Miguel Monsalve es un talento superior, tiene todas las herramientas que componen a un crack, a un jugador especial que marca la diferencia.
Monsalve es extremadamente técnico, exquisito, muy inteligente. Es una mente creativa que genera fútbol con cada toque de balón.
Ayer fue el hombre que llevó la batuta del partido, el director de orquesta. De sus botines salieron los dos goles del Poderoso en la primera parte y era el hombre indicado para protagonizar la búsqueda de la remontada final, después del empate a dos goles que puso Estacio al inicio de la segunda parte.
Sin embargo David lo sacó a los 14 minutos del segundo tiempo. No se entiende.
A partir de ese momento el Poderoso careció de claridad en ataque y se dedicó a buscar el tercer gol empujando, recurriendo a la épica.
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Al final un tiro libre de costado y un cabezazo de un central salvaron la noche, pero este hecho no nos puede alejar de la realidad. La decisión de prescindir de Monsalve y dejar al equipo sin el mejor jugador que tiene durante casi todo el segundo tiempo fue una mala decisión por donde se le mire.
Ah, y la excusa de que estaba cansado no se la cree nadie. Un muchacho de 19 años no puede estar liquidado en 59 minutos de juego sin ningún tipo de lesión.
