La frescura, la energía y la velocidad de los jugadores de Junior fue clave en el histórico 7-1. José Enamorado es un correcaminos.
Lejos del opaco nivel mostrado hace varias semanas por jugadores como Fredy Hinestroza, Pablo Rojas y Omar Albornoz (los tres, ahora mismo totalmente borrados por el cuerpo técnico), Junior encontró un once de gala que presume de mucho más vértigo. El elenco rojiblanco se ha transformado en un equipo peligroso, sobre todo en condición de local.
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Los siete goles anotados en el clásico costeño así lo demuestran. Unión Magdalena sufrió mucho con la velocidad física y de ejecución de Los Tiburones, que construyeron jugadas de muy buena factura. Todos involucraron secuencias colectivas en las que Luis González, José Enamorado, Déiber Caicedo y hasta Carlos Bacca resolvieron con muchísimo dinamismo.
El cuarto tanto de la noche es el mejor ejemplo. Un contragolpe que empieza con un rechace de Bacca, sigue con un excelso toque de primera de Caicedo. Fuentes condujo varios metros a toda potencia y cuando se fue acercando a la zona de la verdad metió un pase preciso y medido para Enamorado, que definió de manera impecable. Hace mucho tiempo que en Barranquilla no se veía una transición de ese calibre.
Definitivamente el mérito de Arturo Reyes ha sido sacar a los que debía sacar para darle paso a esta ofensiva llena de matices. El aficionado de Junior tiene derecho a ilusionarse luego de lo que fue una paliza poco vista en la historia d elos clásicos.
