Las 10 normas más curiosas e inolvidables del fútbol callejero


Vayamos al túnel del tiempo hasta llegar a esas épocas de los partidos de barrio, con los amigos de la cuadra, en el colegio o en uno de esos parques, con abundante pasto donde se armaban canchas improvisadas con rocas o maletines.

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Allí, donde ese juego parecía una final del mundo para los presentes, se fijaban ciertas reglas. Un legado de generaciones porque en cada lugar donde se jugaba parecían un reglamento universal. Si uno cambiaba de barrio, era fácil detectarlo. Bastaba con el primer “picado” con los nuevos amigos para percatarse del famoso “arquero movible” o que los mejores jugadores sean quienes elijan los equipos.

El “reglamento del fútbol callejero”, como lo hemos denominado, es un compendio de esas reglas que solo son posible en ese tipo de fútbol, el que más disfrutamos y con un valor increíble porque fueron esas experiencias las que nos hicieron amar este deporte de verdad.

En una época como la actual también comprobamos que estas reglas son por lo general las mismas en varios países. Seguramente con otras denominaciones, pero la misma esencia. Allí, donde no había árbitros ni VAR, el sentido común y un acuerdo tácito de aceptación por parte de los presentes hacía de este reglamento una especie de “carta magna” del fútbol, donde cada quien, en honor al deporte y por el placer de jugar, lo respetaba. Solo la lluvia, la noche o que al dueño del balón le sucediera algo y se tuviera que marchar acaba estos picados de leyenda.

Arquero movible

Esta norma por lo general aplicaba en aquellos casos en que uno de los equipos, por falta de jugadores, tuviera inferioridad numérica con relación al rival. También tenía otras variantes; por ejemplo, que en determinado momento cualquier jugador asumiera el rol de arquero.

Pero por lo general, cuando los equipos estaban completos, el arquero tenía claras sus normas. En las canchas de micro, que por lo general también tenían marcaciones papara jugar baloncesto, esa pequeña “bomba” establecía para el portero la obligación de no salirse de allí.

Ante una polémica por una jugada de gol, penalti para resolver

Si no existía acuerdo sobre una anotación, entonces la mejor forma de dirimir ese conflicto era mediante la ejecución de un penalti. Era el último recurso cuando las partes no acordaban qué pasará con esa acción tan controvertida.

El que haga el gol, gana

Cuando las piernas ya no soportaban la inclemencia de un partido que perfectamente superaba la hora, la mejor forma de ponerle punto final era esa: Un gol, sin importar lo sucedido antes, decidía al vencedor.

Por cada gol en contra, cambio de arquero

Norma de mucho uso cuando en los equipos no había un jugador con preferencia para ser arquero. Entonces todo se decidía así: Con cada gol que le hacían a ese equipo se rotaban la posición, de manera que cada jugador obligatoriamente tenía un paso por el arco. Una democrática forma de rotar una posición poco agraciada en el mundillo del fútbol callejero.

Si patea desviado, tiene que ir por el balón

Carentes de recogebolas, esta norma de alguna manera instaba al jugador para que tuviera más puntería. Un descache lo obligaba a ir por el balón, que por lo general se quedaba debajo de un vehículo. Cuando sucedía y la pelota llegaba hasta un parqueadero perfectamente el compromiso se detenía varios minutos hasta encontrar la preciada esférica.

El trofeo es la gaseosa

Era el premio más común que se pactaba: El equipo perdedor debía pagar el refrigerio. Y esa gaseosa 2 litros, más los vasos desechables, eran un trofeo preciado. La gloria del fútbol callejero.

Los más talentosos elegían los equipos

Antes de los partidos debían elegirse los equipos. Entonces, los 2 jugadores más talentosos tenían la misión de armar las plantillas. Para decidir quién era el primero en seleccionar un compañero existían varias herramientas: Desde un “pica y pala” hasta la moneda al aire.

Los más “flojos” eran defensas

Si usted no era un jugador con la mejor técnica o era nuevo en el barrio y los compañeros tenían poco conocimiento sobre sus virtudes, la mejor forma de resolverlo era enviándolo a la defensa. Allí, plantado como una roca, tratando de ser el soporte del arquero ante los ataques más feroces.

Si hay penalti, cambio de arquero

Un especie de licencia para el equipo afectado. Cuando se daba la rotación de arquero y justo el penalti se dio con el golero menos experimentado, perfectamente se hacía un cambio para que el encargado de hacerle frente a ese “paredón” fuera el guardameta con las mejores condiciones.

Sin taponazo

Cuando uno de los equipos contaba con jugadores que le pegaban fuerte al balón, una forma de contrarrestarlo por el contrario era esa: Fijar la norma del “gol con taponazo no vale”.

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