Más allá de la responsabilidad que asumió Miguel Russo y el perdón que pidió a los hinchas, está lo que pasa con los jugadores. El equipo viene con futbolistas que están lejanos a lo que ya se les conoce.
Andrés Felipe Cadavid. El capitán es titular fijo. ¡Nunca sale! Por lesiones de los otros zagueros y la misma convicción que se tiene de tenerlo en cancha, juega siempre. Se le nota un desgaste. Es su año de más goles (9) pero no precisamente por el peligro que solía generar yendo al área a cabecear. Luce lento atrás y poco eficaz en el ataque.
Juan Guillermo Domínguez. Aquella novedad que funcionó en su momento con él jugando como mediocampista, dejó de funcionar y menos cuando está tan solo en ese puesto como pasó ante Once Caldas. Su solidez en esa parte del campo es mínima. Siempre tiene voz de mando y entrega pero ya no está alcanzando. Tampoco genera peligro con pelotas quietas.
Ayron Del Valle. Es el goleador pero está siendo víctima del esquema de Millonarios. Al no jugar en la posición en la que más rinde, se le ve lejos de todo lo que sabe aportar. Luce desconcentrado, cae en fuera de lugar constantemente y más allá del sacrificio que hace, su aporte en un costado de la cancha es escaso.
Elíser Quiñones. Completa dos años en el equipo y sus buenos partidos son demasiado pocos. Tras la grave lesión que sufrió el año anterior, regresó disminuido. Tiene fuerza, potencia y velocidad, características que no están siendo aporte.
Gabriel Hauche. Uno de los grandes refuerzos que pidió Miguel Russo para el semestre en curso no está siendo el aporte necesario. Pocos goles y escaso sacrificio en el esquema que utiliza el DT. Se ve perdido por la banda derecha. No asiste ni baja a marcar con regularidad. Además falló en momentos determinantes.
Ramiro Sánchez. No es titular y se le está notando mucho. Anteriormente, cuando faltaba Nicolás Vikonis, no se notaba demasiado el cambio. Entraba y era figura. Ya no. Siempre que le tocó entrar en los recientes partidos, recibió goles.
