En la segunda fecha del Sudamericano Sub-20 que se disputa en Chile, la Selección Colombia empató sin goles contra Brasil en el estadio El Teniente, de Rancagua.
La derrota contra Venezuela en la primera fecha cargó de presión este compromiso contra Brasil, candidata de siempre en cualquier torno y categoría. Colombia debía, como primera consigna, evitar una derrota. Luego, si el nivel del equipo lo permitía, acercarse al triunfo.
De las dos tareas, la primera se cumplió. Colombia no se dejó llevar por el favoritismo del rival. Siempre demostró su intención de ir por la victoria y es en este punto, donde el seleccionado juvenil tiene problemas. La mala definición privó a la Tricolor de los tres puntos. Además, faltó inventiva en el último cuarto del terreno de juego, donde morían fácilmente los ataques.
Jugando con la necesidad colombiana, los brasileros por momentos jugaban al contragolpe. Esperar, recuperar y salir en velocidad. Algunas veces (pocas) hicieron el fútbol colectivo que seguramente se les pide como buenos brasileros que son.
El segundo tiempo se jugó más en campo de Brasil, que en territorio nacional. En esta labor tienen gran mérito los encargados del trabajo defensivo, por lo general atentos al momento de anticipar. Así mismo, conforme avanzaban los minutos sin forma de romper el 0 – 0 se generaron espacios que hicieron de este lance una confrontación casi que suicida. Ganar o perder, sin términos medios.
El punto al final de cuentas fue más negocio de Brasil, que virtud colombiana. Deja al equipo en un terreno movedizo, obligado ahora sí a sumar de a tres en su siguiente confrontación el próximo 21 de enero contra Bolivia. En ese juego debería despejarse el camino del conjunto dirigido por Arturo Reyes, pensando en una clasificación a la cual acceden los tres primeros de cada grupo.
