La investigación se lleva a cabo con el objetivo de conocer cómo es el funcionamiento cerebral de una persona que practica los eSports frente a un jugador de videojuegos normal, que solo lo tiene por ocio.
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La entidad encargada de adelantar este estudio, vital para el conocimiento de los eSports por la forma en que han crecido durante los últimos años, es llevada a cabo por la Universidad de Málaga (UMA) y la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
La pregunta sobre la cual gira este proyecto investigativo es: ¿En qué se diferencia la actividad cerebral de jugadores profesionales de eSports y la de jóvenes que no juegan a videojuegos competitivos?
Se tomarán como base para este trabajo jugadores profesionales de eSports y aquellos que, siendo aficionados, prefieren no jugar a un nivel competitivo. Simplemente lo ven como forma de entretenimiento. Manuel Fernández Navas (UMA) y Manuel Jiménez López (UNIR) son los investigadores a cargo de este trabajo.
Brain-Gamer es el nombre de este proyecto. Su premisa es “profundizar en la percepción que los jugadores profesionales de eSports muestran ante estímulos afectivos y violentos”. De esta forma quieren tener la información suficiente para determinar hasta qué punto los eSports generan violencia, como se suele afirmar. Esta vez existirán argumentos científicos para debatirlo.
Para conocer la actividad cerebral de los jugadores, estos investigadores se basarán en la resonancia magnética funcional. Así tendrán información para conocer las diferencias entre deportistas electrónicos y jugadores aficionados.
La investigación se desarrolla en dos fases: Primero revisarán los cambios hormonales y periféricos que resultan de la competición. Por otra parte, tendrán en cuenta la actividad cerebral, movimientos del ojo y conductividad de la piel.
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