La salida de Sergio Ramos por un drama de caducidad

La salida de Sergio Ramos por un drama de caducidad


La conferencia de prensa oficial de Sergio Ramos, en la sala especial del Real Madrid y con estrechón de manos incluido entre él y Florentino Pérez, se parece a una puesta en escena entre dos hombres que pactaron un final diplomático, apenas creíble ante el flash de las cámaras.

En realidad pasaron muchas cosas para explicar el motivo de la ruptura de en un idilio que duró 16 años. La discrepancia final sobre la cual se dividen las opiniones entre quienes abogan por la institucionalidad y para quienes el club se equivocó, dejando partir a sus máximos referentes sin el mínimo sentido del agradecimiento.

¿Quién tiene la razón: Real Madrid (Florentino Pérez) o Sergio Ramos?

La historia de su separación se explica en tres hechos puntuales, que sembraron el lindero sobre el cual los protagonistas de la historia acordaron finalmente una despedida decente a un mal pleito sin precedentes mediáticos. ¿A quién le convenía un final turbulento?

Lo mejor fue decir adiós en forma solemne. Básicamente, la situación de Sergio Ramos se entiende así:

En su momento, el jugador ya era consciente de que a su edad (35 años) difícilmente tendría las mismas garantías salariales de algunas temporadas. Su condición de ídolo y líder en el vestuario no fue ni sería suficiente. Él dijo que nunca fue más importante el dinero. Su pedido fue, entre tanto, anclado a la austeridad. Dos años de contrato y no uno, como le ofreció el club, parecía la única dificultad.

Pero… Una fecha de caducidad, de la cual Ramos dijo desconocer en absoluto con su representante, los tomó por sorpresa. Como esa letra tan menuda, que aparece parapetada en el tumulto de documentos, la última oferta del club para Sergio tenía vencimiento.

Por ello, cuando el jugador finalmente aceptó un año más y no los dos pretendidos, la respuesta del club fue: No es posible. “Se me comunica que ya no se podía, que tenía una fecha de caducidad y yo no me había enterado”.

Sensaciones encontradas

El sinsabor es enorme. El más puro madridismo asume la institucionalidad como una fea muestra de represión. Despiden a un ídolo sin el mínimo reconocimiento, falta de tacto y recuerdan los casos de otras estrellas, con finales desconcertantes como el de Cristiano Ronaldo o Raúl.

El sector pragmático asume las cosas bajo el rigor de la normatividad. Cuando Sergio Ramos finalmente aceptó los plazos estaban vencidos. No había marcha atrás. Lo mejor, entonces, fue apelar a una salida difícil, pero necesaria en un marco de decir lo que “políticamente es correcto”.

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