Atlético Nacional ha tomado una decisión que puede marcar el rumbo de toda su temporada: sostener por solo 60 días más a Javier Gandolfi como director técnico del equipo. Lo que a simple vista parece una salida diplomática entre posturas divididas, en el fondo es una apuesta de altísimo riesgo que podría salir muy mal… o dejar a varios en silencio. El escenario es inusual y contradictorio: en medio de una crisis deportiva y de liderazgo, el club decide posponer su decisión más importante del semestre.
Un parate ideal para cambiar… y no lo hicieron
La pausa de mitad de año se presentaba idónea para ejecutar una decisión drástica y consensuada. En la junta directiva de Atlético Nacional existía una clara mayoría a favor de terminar el ciclo de Gandolfi tras la eliminación en la Liga BetPlay, especialmente luego de la dolorosa derrota ante Millonarios FC en Medellín por los Cuadrangulares. Esa noche, ante un Atanasio repleto y vibrante, el Verdolaga cayó 0-1, perdiendo toda opción de pelear por el bicampeonato.
Fue el golpe más duro del semestre para la hinchada, que ya venía manifestando su inconformidad con el juego del equipo, carente de valentía, presión alta y ambición ofensiva. Características que históricamente han definido el ADN futbolístico de Atlético Nacional.
La eliminación prematura dejó la mesa servida para una reestructuración técnica con tiempo suficiente de maniobra. No obstante, el club optó por extender 60 días más el proceso de Gandolfi, apostando todo a los Octavos de Final de la Copa Libertadores contra Sao Paulo, una serie que se disputará entre el 12 y el 19 de agosto.
El argumento de Fermani: válido, pero ¿suficiente?
Detrás de esta decisión no hay consenso sino influencia. Gustavo Fermani, gerente deportivo del club, fue la única voz dentro de la directiva que defendió la continuidad de Gandolfi, aún cuando todos los demás daban por terminado el actual proceso. Lo más llamativo: Fermani impuso su voluntad ante todos, incluso ante el propio presidente del club, Sebastián Arango Botero, quien desde el inicio consideró que el DT argentino no tenía el perfil adecuado para liderar un club de la magnitud y presión de Nacional.
El argumento de Fermani es claro: Gandolfi clasificó al equipo a Octavos de Final de Copa Libertadores tras avanzar en un grupo complicado ante Bahía, Internacional de Porto Alegre y el histórico Club Nacional de Uruguay. Para él, eso le da el derecho deportivo y ético de dirigir esa serie.
Y si bien el razonamiento es válido desde la lógica deportiva, resulta desconcertante que el club haya supeditado su mayor objetivo del semestre a una apuesta emocional y personal, dejando de lado el contexto de desconfianza que rodea al técnico.
La fractura interna no se ha resuelto
La continuidad de Gandolfi no solo es cuestionada por parte de la hinchada, sino también por varios referentes del plantel. Jugadores como Tesillo, Cardona, Uribe y Aguirre han manifestado en privado su malestar con la conducción del cuerpo técnico, particularmente por ciertas reglas de convivencia que el DT ha impuesto sin apertura a la conversación.
Estas tensiones no se han resuelto. La decisión de mantener al entrenador no mejora el ambiente interno, y deja al equipo navegando entre la incomodidad del presente y la incertidumbre del futuro. El mensaje hacia dentro del vestuario es ambiguo, y hacia la hinchada, aún más confuso.
Fermani, el gran vencedor en medio de la tormenta
Aunque suene paradójico, Javier ‘El Cobija’ Gandolfi no es el verdadero protagonista de esta historia. Lo es Gustavo Fermani, quien con esta movida no solo defendió a su fichaje, sino que demostró un poder interno que pocos le atribuían. La continuidad condicionada de su compatriota, aún por 60 días, es una victoria política en medio de la tormenta.
Fermani ha logrado que la dirigencia reconozca, aunque parcialmente, su visión del proyecto. Pero también queda expuesto: si Nacional no avanza a los Cuartos de Final de la Copa Libertadores, será inevitable cargarle el costo total de esta apuesta.
Nacional se juega el todo por el todo… sin red de seguridad
Lo que ha hecho Atlético Nacional es jugar una mano muy arriesgada. En lugar de cambiar el rumbo cuando había tiempo, prefirió esperar el desenlace de una serie internacional ante un gigante como Sao Paulo. En lugar de apostar por un nuevo ciclo, decidió quedarse 60 días más en una ruta que no ha generado confianza.
Si la jugada resulta y Nacional avanza en Libertadores, Fermani y Gandolfi habrán ganado más que una serie: habrán validado su proyecto con hechos. Pero si cae ante Sao Paulo, lo que hoy parece solo un riesgo medido podría convertirse en la gran pérdida del semestre, con una hinchada aún más distante, un vestuario agrietado y un calendario ya comprometido.
El futuro de Atlético Nacional está en la cuerda floja… y alguien decidió tensarla un poco más.
