Este partido de octavos de final ante el rival chileno, además de ser una victoria para el Poderoso, también fue una revancha personal para Baldomero. Las críticas habían sido duras, cuestionando su rendimiento y su capacidad para estar a la altura de las expectativas. Pero él respondió en la cancha, como tanto se ha esperado. Su rendimiento fue tan sólido y contundente que no dejó espacio para dudas: controló el mediocampo, distribuyó el juego con precisión, mostró esa garra que lo ha caracterizado siempre y hasta logró un gol.
El gol de Baldomero Perlaza a Palestino (ESPN)
El impacto de su actuación no se limitó al resultado del partido. Fue una declaración de principios, un recordatorio de que las adversidades son solo oportunidades disfrazadas. Perlaza demostró que, aunque las críticas pueden ser ruidosas, el trabajo duro y la dedicación siempre encontrarán la manera de hablar más alto.
Los aficionados que en algún momento comenzaron a perder la fe, esta vez vieron en Perlaza a un jugador renovado, con más fuerza y convicción. Este partido no fue solo un punto de inflexión en su carrera, sino también un mensaje claro: Baldomero puede estar de vuelta al nivel que tanto se le espera. Este es el futbolista que se quería ver en el Poderoso.
La Sudamericana le regaló a Perlaza el escenario perfecto para demostrar que, en el fútbol, nunca es tarde para reivindicarse. Este fue el partido que estaba necesitando, y con su actuación, dejó claro que aún tiene mucho por ofrecer. Las críticas ahora se ven lejanas, casi irrelevantes, porque Baldomero respondió de la única manera que sabe: jugando al fútbol con pasión y determinación.
