Previo a lo que será el clásico del fútbol colombiano entre América y Nacional, recordamos la última victoria de local del cuadro escarlata.
Este sábado, América de Cali recibe en el estadio Pascual Guerrero a Atlético Nacional en el marco de la fecha 14 de la Liga BetPlay. Será una nueva oportunidad para el cuadro escarlata de volver a ganarle a uno de sus clásicos más importantes, pues desde el ascenso la han tenido complicada. Solo han ganado 2 partidos en estos 7 años, así que será un lindo reto.
Los dos triunfos se dieron en los mismos años en los que el equipo salió campeón. Con Alexandre Guimarães en 2019 superaron al verde en el Pascual Guerrero por 2-1 en un partido de jornada regular del todos contra todos, mientras que con Juan Cruz Real ganaron por 3-0 en el Atanasio Girardot en el juego de vuelta de los cuartos de final de la Liga, sirviendo esto para pasar de ronda.
Hoy recordaremos el primero de estos dos encuentros. La última vez que el América logró imponerse de local en el clásico del fútbol colombiano. Han pasado 4 años y el hincha sigue recordando con cariño esa chilena de Michael Rangel en el arco norte del Pascual Guerrero y la corrida de Duván Vergara dejando a Daniel Muñoz en el suelo en el arco sur.
La chilena de Michael Rangel
Ese golazo de Rangel perdura con el tiempo, pues es de los goles más bonitos que se han visto en el Pascual Guerrero en muchos años. Duván Vergara levantó un centro desde el tiro de esquina, Juan Pablo Segovia la esperó en el segundo palo y la puso en el punto penal; Rangel se levantó por los aires y el balón se fue al suelo, antes de vencer a José Cuadrado y mover la malla del arco.
Así lo escribió en su momento el colega Mauricio Bermúdez en su blog ‘Escrito con el Alma’
«Vergara, levantó un tiro de esquina que atravesó el área rival y rebotó en la cabeza de Segovia, que no lo sabía, acababa de esbozar una obra de arte. El balón siguió en el aire ondulado por la brisa que corre por allí. Rangel lo siguió con la mirada, extendió levemente sus brazos y saltó en su búsqueda con las piernas volando acompasadas y el corazón ardiendo de gol como en un hechizo de epopeya. ¡Estás loco, Rangel! Conectó el balón; preciso, perfecto, sublime. Cayó al piso al mismo tiempo que el balón tocó el césped para luego salir disparado a la red, al ángulo, donde lo esperaba un grito contenido por varios años. El estruendo de gol, al que se le colgaron 35 mil almas seducidas, sacudió la paz de una noche vagabunda y esquiva que esperamos tanto tiempo. Un gol de colección al que no se le acomodan adjetivos, mucho menos palabras rasas; y al que estas letras, necias y pretenciosas por demás, solo atinan a decirle: ¡Gooolazo, hijueputa! Una pintura, un gol de antología. Una chilena inolvidable que se hace espacio en el hilo de los recuerdos junto a la de Jersson en el clásico, la indeleble de Gareca y aquellas de Cabañas que me contaban cuando el rojo tocó la puerta de mi corazón. ¡Golazo!«
