A veces las monedas no son solo monedas. Ni de lejos. Hay piezas que han pasado de mano en mano sin que nadie sepa realmente lo que lleva consigo ese pequeño trozo de metal. En Estados Unidos, algunas han acabado convertidas en auténticas joyas del coleccionismo.
Y no lo son por capricho ni por modas. Lo son porque encierran capítulos que no vienen en los libros de historia. O sí, pero de forma más fría.
Por qué algunas monedas se vuelven objetos de colección
Con los años, la numismática ha pasado de ser una afición algo reservada a un universo donde la historia, la curiosidad y, por qué no decirlo, el dinero, se mezclan sin pedir permiso. Y claro, en ese entorno, hay nombres que suenan con fuerza. Monedas concretas, casos muy concretos.
Y precios que, cuando los oyes, cuesta creérselos de primeras.
El primer dólar de plata un valor de locura para unas monedas con más de dos siglos
Vamos a 1794, nada menos. Ese año se acuñó por primera vez un dólar de plata en los Estados Unidos. Y no es cualquier cosa. En una cara, la figura de la Libertad con el pelo suelto, como si simbolizara un nuevo comienzo. En la otra, un águila.
No solo es bonita, es que representa el inicio de algo grande. Hoy, tener una de esas piezas es como tener en la mano un pedacito de la historia fundacional del país. Y si está en perfecto estado… hablamos de cifras que superan los diez millones de dólares. Sí, sí, millones. Por una moneda.
Oro, crisis y una historia con suspense con las monedas Double Eagle
En 1933, con la Gran Depresión azotando fuerte, se acuñaron miles de monedas de oro de 20 dólares. El Double Eagle. Pero el giro viene aquí: casi todas se fundieron antes de salir del Tesoro. ¿El motivo? Cambios en la legislación y un intento de frenar la acumulación de oro.
Las pocas que sobrevivieron, unas poquísimas, son hoy puro mito. Cuando alguna aparece en una subasta, las cifras vuelan. Y el interés, también.
El níquel de 1913 una moneda sin permiso… pero con muchísimo valor
El níquel de 1913 con la cabeza de la Libertad no debería existir. Técnicamente, no. No hay constancia oficial de su acuñación. Pero existen cinco. Solo cinco. Y esa rareza, ese misterio, lo convierte en uno de los objetos más deseados del coleccionismo.
Lo curioso es que, cuando se descubrió su existencia, no causó tanto revuelo. Pero con el tiempo, su valor se ha disparado. Tanto que una de estas piezas ha superado los cuatro millones en venta. De cinco centavos a una fortuna. Nada mal.
Monedas anteriores al dólar que se han vuelto muy valiosas
En 1787, aún sin un sistema monetario del todo oficial, se acuñó una moneda curiosa. El centavo Fugio. Llevaba inscrito “yo vuelo” y “ocúpate de tus asuntos”. Directo y práctico, como su creador: Benjamin Franklin. Esta pieza no destaca solo por su antigüedad, que ya es bastante.
Lo hace también por el mensaje y el momento en que nació. Algunas se conservan bien y alcanzan cifras muy, muy considerables. Sin necesidad de tener un diseño llamativo ni un metal caro. A veces, lo que importa es la historia.
La tanda de centavos de Lincoln que vale miles de dólares
En 1955 pasó algo inesperado. Una tanda de centavos de Lincoln salió con un error de impresión: las letras y números del anverso estaban duplicados.
El tipo de fallo que, en cualquier otro contexto, se desecha. Pero no aquí. Esos errores se colaron en circulación y, sin saberlo, quien recibía uno estaba llevándose algo valioso. Hoy, si conservas uno de esos centavos y está en buenas condiciones, puedes tener en tus manos miles de euros. Incluso más, si está impecable.
Por qué coleccionar monedas se está volviendo cada vez más popular
Quien piense que coleccionar monedas es cosa minoritaria, quizá no ha entendido del todo lo que significa tener una de estas piezas entre los dedos. Es una forma de tocar el pasado, pero no de forma abstracta. Tocar, literal. Sentir el peso de algo que ha viajado por generaciones.
Y eso, aunque no se mida en dólares, tiene un valor enorme. Aunque bueno, en algunos casos, también se mide en millones. Porque hay quienes buscan estas monedas por pasión, otros por inversión… y algunos, sin saberlo, ya tienen una en casa, olvidada en algún cajón. Quién sabe.