Se está hablando mucho del cheque de estímulo que DOGE podría enviar a los contribuyentes. Y claro, al oír cinco mil dólares, es normal que la propuesta despierte interés. ¿Quién no reaccionaría ante esa cifra? Pero más allá del entusiasmo inicial, hay algo importante que conviene entender. ¿De verdad es posible? ¿Cuánto tendría que ahorrar el Gobierno para que esta idea se convierta en algo más que una promesa?
La propuesta la lanza James Fishback, un nombre que empieza a sonar cada vez más. Es asesor y además dirige Azoria. Y su planteamiento es más o menos directo: que el Departamento de Eficiencia Gubernamental, DOGE para abreviar, dedique el 20 % de lo que consiga ahorrar a repartir dinero entre los contribuyentes. Eso es lo que hay sobre la mesa.
Cómo se hace el cálculo del cheque de estímulo DOGE
Las cuentas, en teoría, salen. Si DOGE llegase a recortar el gasto público en unos 2 billones de dólares (sí, con “b”), entonces estaríamos hablando de un fondo de 400.000 millones disponible para repartir. A grandes rasgos, eso permitiría enviar 5.000 dólares a unos 80 millones de hogares. Pero claro, una cosa es el papel y otra es la realidad.
Pero, y esto es lo importante, no hay un cheque asegurado por valor fijo. Es decir, no hay garantía de que todo el mundo vaya a recibir 5.000 dólares. Todo va a depender de cuánto se logre ahorrar realmente. Si en lugar de 2 billones, por poner un ejemplo, solo se recortan 500.000 millones, la cantidad a repartir también se reduce. No es lo mismo. En ese caso, tocaría a 1.250 por cabeza. Aproximadamente.
Fishback lo ha repetido varias veces: esto no va de poner una cifra sobre la mesa porque suena bien. Va de repartir según los resultados. Si hay margen, estupendo. Si no, habrá que ajustar. No hay un número grabado en piedra.
¿Por qué no se ha aprobado el cheque de estímulo DOGE?
El motivo es que por ahora, es solo una propuesta. No hay ninguna ley aprobada ni se han puesto fechas concretas. Ni siquiera ha entrado aún en el Congreso. Es una idea sobre la que se está trabajando, pero todavía falta todo el recorrido legislativo. Y ese camino, en Estados Unidos, no suele ser corto.
Además, hay reticencias. Algunos expertos económicos temen que repartir dinero en esta escala pueda tener efectos no deseados. Inflación, déficit, desequilibrios. Es el tipo de cosas que suelen preocupar cuando se habla de medidas así. Y no se trata solo de voluntad política, sino también de encaje fiscal.
¿Quién podría recibir este cheque de estímulo?
Según ha explicado el propio Fishback, la intención es que el dinero llegue a los hogares que pagan impuestos. Esa es la base. Gente que declara sus ingresos y contribuye al sistema federal. Pero también se ha abierto la puerta a incluir a quienes reciben pagos del Seguro Social. No es oficial todavía, pero se está valorando. De momento no hay confirmación. Es algo que se tendrá que definir en caso de que el proyecto avance.
Y eso también abre el debate sobre si debería extenderse a otros grupos. Personas con bajos ingresos, trabajadores sin declaración regular, familias que no están obligadas a pagar impuestos… todo eso está en el aire. Y son temas que suelen generar división política.
¿Será o no será real el cheque DOGE?
En el fondo, la idea de un cheque de estímulo financiado con ahorro gubernamental suena bien. Tiene lógica: si el Estado gasta menos, que parte de ese beneficio vuelva directamente a los ciudadanos. Pero hay un largo trecho entre la propuesta y la ejecución.
Hay que ver si DOGE realmente puede ahorrar esas cifras. Si el Congreso aprueba el plan. Si el impacto económico es asumible. Y si se define con claridad quién tiene derecho al cheque y en qué condiciones. Todo eso todavía está sin resolver.
Mientras tanto, lo que toca es seguir atentos. Porque si alguna vez esto llega a ponerse en marcha, no sería poca cosa. Pero de momento, lo único seguro es que aún hay muchas piezas del puzle por encajar. Y el tiempo dirá si todo esto se convierte en un cheque real o se queda, simplemente, en una buena idea.