Andrés González

No exigimos victorias, queremos procesos: Sudamericano Sub 20


Año tras año, el derecho a cometer errores pareciera reducirse. No es lo mismo un gol en contra a los 5 años, en una cancha, improvisada, en la playa, que uno a los 29 en plena final de la Libertadores. Sin duda, equivocarse es un lujo que se pierde con el tiempo.

La resistencia al cambio es una total incoherencia. El ser humano por naturaleza está guiado a la evolución, a enfrentar los miedos con el que las generaciones del pasado han tenido que sufrir, por ello, la elocuente necesidad de crear algo diferente en el fútbol colombiano es necesaria, mucho más fundamental que la pulsión que genera la victoria; la exigencia del resultadismo…

¿Acaso alguna vez hemos hecho algo para merecernos la victoria?

Así, países como Argentina argumentan su fanatismo por la pelota desde edades tempranas, disfrutando de la presión con el “baby fútbol”, pasando por la traumática depuración de las divisiones inferiores, hasta llegar a la profesional y la Selección Argentina, encontrando así la verdadera unión de los pueblos.

Por su parte, los alemanes un poco más conservadores y tecnificados no justifican su crecimiento en la pasión o en la visceral forma en que ven y sienten el deporte. Se ha estructurado su base futbolera en torno a una sociedad organizada, colocando al fútbol como eje transversal del crecimiento social, por ello, vemos futbolistas “veteranos” con 20 años, que han superado los 100 partidos, algo que para nosotros sería una quimera.

Así, la lucha entre el proceso de “Rocky” (Argentina), e Iván Drago (Alemania y el resto del continente europeo), se evidencia en un rumbo, tan válido, como cualquier otro.

¿Y saben que tienen de similar? Rocky y Drago, se miran a la “par”, en su vivencia, en el ring, en sus armas, desde su conducta educativa. Ambos tienen una educación, que si bien se plantea desde polos opuestos, con materiales adversos, economías enfrentadas, donde una es la presa y el otro el cazador, ambas son capaces de competir dentro del ring ¿Cuál es nuestro modelo? ¿Hay una verdadera educación dentro nuestro fútbol?

EL CAMINO DE COLOMBIA

Hay que ver las calles de la capital para empezar a perfilar lo dantesco que es el camino de Colombia dentro del fútbol, los saltos al vacío, la falta de planificación 360 y la poca identidad, es una clara muestra de la obsesión por la victoria, de cualquier forma, a la maldita sea, sin importar las bases.

Así, los talentos naturales que crecen en nuestras tierras, y que son capaces de ver a “Goliat” a los ojos, se pierden en el desierto, en el bosque, en el páramo, en la ciudad, se esfuman entre los cigarrillos, las fiestas, las obsesiones, o, simplemente, la pereza; el trabajo mental es tan importante como el muscular.

Y, sin querer atribuirle mayores aplausos a procesos cojos, la mayoría de generaciones que hemos visto brillar en la sub 20, nos han representado a “SU MÁXIMO NIVEL”, fuera del país, desde Falcao, pasando por James, Quintero, Carrascal, entre muchísimos otros (obviando a la primera generación dorada). Han sido hijos ilustres de la tricolor en cada una de las división, siendo estrellas, jugadores de complemento y de reparto.

Sin embargo, en el camino de la épica, de la grandeza, del cambio de lo que somos, algo se desconecta, el conocimiento empírico falla, la pulsión por querer estar en el estrellato, la obsesión por la victoria, por ser “él más”, nos consume y terminamos siendo una recopilación de buenas intención, un anecdotario, un “casi, pero no”.

 

Me encuentras en Instagram como: kggonzzo. Periodista y Comunicador Social

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