Junior de Barranquilla: Un casting sin dirección

Junior, la labia del Bolillo Gómez y el ‘unoacerismo’ explícito


Hay un viejo chiste que dice que, cuando el hombre pisó la luna por primera vez, allá ya había un paisa esperando listo para cuidar la nave espacial a cambio de unos pesos. Esa capacidad para vender cualquier servicio o producto es algo que ellos siempre han tenido. Son trabajadores pero su mejor arma es la labia.

Y Hernán Darío Gómez a sus 67 años no es ningún bobo. Desde antes de abordar su avión para la ciudad de Barranquilla comenzó a venderse sutilmente como el hombre que salvaría al equipo de la crisis en la que se encontraba sumido. En el aeropuerto de Bogotá dijo unas palabras que repetiría mucho durante las horas posteriores. Es más, aún hoy las sigue diciendo: “Dirigir a Junior es un sueño para mí”.

No le creo. En el primer momento supe que lo que estaba haciendo era apelando al verso de entrada porque sabía que su nombramiento no gustaba en gran parte de la afición. Fue una jugada hábil: llegó con humildad, apelando a la nostalgia de aquellas Eliminatorias en los noventa y enviándole un mensaje a la hinchada. Los que lo querían se entusiasmaron con su contratación y los que no lo queríamos, algunos, lo empezaron a mirar con otros ojos.

Bolillo Gómez: “Los muchachos ya creen en la idea” y “Yo soy muy de Barranquilla

El gesto viral del Bolillo Gómez tras el partido de Junior con Jaguares

Y, ojo, dije que no le creo, no que me parece que lo que hizo estuvo mal. Todo lo contrario. Intuyo que esa misma labia ya caló dentro de los futbolistas, que al final es lo mejor que le puede pasar a un entrenador. No por nada el elenco rojiblanco ahora se ve con otra cara. Orden y lucha en los partidos, más calma para elaborar, fortaleza mental para no caerse en los momentos difíciles del juego. Bolillo los agarró últimos y hoy los tiene séptimos. Seis cotejos sin conocer la derrota, cuatro de estos sin encajar gol.

En materia de comunicación, Gómez es un viejo zorro. Por ahora tiene eso que a otros, en épocas de adversidad, les falta. Está construyendo grupo mientras saca los puntos necesarios para soñar con la clasificación a los cuadrangulares. Se lo ve cerca de los referentes de la institución. No por nada el Pibe Valderrama lo fue a visitar hasta la sede deportiva.

Ahora bien, para aspirar a ser campeón (porque sí, créame que en la evaluación general no va a alcanzar con meterse a la finales) habrá que ofrecer algo más que este unoacerismo explícito.

Juan Fernando Quintero está a punto de regresar a las canchas y la respuesta está en él. Se dice que podrían ser sus últimos partidos vistiendo la camiseta de Junior y hay que aprovecharlos dándole un contexto en el que se sienta cómodo. Por lo menos regresa con el equipo más o menos organizado, lejos de aquel caos que había de la mano de Arturo Reyes.

Mientras la labia del Bolillo se agota, muy seguramente sus dirigidos estarán en la fiesta por el título y de sus decisiones (que vienen siendo buenas, al menos la mayoría) depende lo que pueda ocurrir. Lo cierto es que ya se echó al barranquillero al bolsillo, y eso ya es mucho. Sobre todo porque la familia Char le dará vía libre a mitad de año para traer a quien quiera y armar un Junior más suyo.

El tiempo dirá si fue una buena decisión. Por ahora, el paisa tiene a todos montados en la nube.

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