Fútbol sin AM


No han pasado más de tres décadas. Ni siquiera un lustro. La evolución tecnológica, tan disruptiva de las viejas tradiciones, no solo nos trajo el VAR como el símbolo desafiante de un “fútbol 3.0” avasallante. También liquidó la radio en AM. Nos dejó sin la representación sonora más diáfana que puede tener este lindo deporte para aquellos aficionados que nos hicimos hinchas por la radio.

Cargo en mi maleta un radio marca Sony. Es un modelo pequeño, ideal para guardar en el bolsillo del pantalón o la camiseta sin dar aviso a los amigos de lo ajeno. 100% análogo. De rueditas sobresalientes en el volumen y sintonización de emisoras, con botón para desplazarse, ya sea entre la frecuencia modulada (FM) o en amplitud modulada (AM), que es donde pasa la mayor parte del tiempo. Tiene audífonos con cable, negros. Se consiguen aún, aunque de distintas marcas. Los compré hace 4 años y aún suenan a las mil maravillas.

Ese aparato, con más de 10 años, se alimenta con una pila Triple AAA. Si son de las alcalinas, mejor, así dura bastante. Me acompaña en las diligencias, cuando salía más que de costumbre y entre tanto trancón, dejarse llevar por los programas deportivos era el mejor paliativo al desespero que produce tanto atasco vehicular. De ese estilo han sido los radios porque he tenido muchos. Se averiaron con el agua, los totazos o el uso. Muy resistentes y para nada digitales.

Es el máximo exponente que conservo, vestigio del flechazo directo con la radio. Oyente de cuanto programa deportivo existiese, los mejores recuerdos eran en las transmisiones en vivo de los partidos. No existía un plan más ameno que ese, antes del estadio, en la previa, durante y al final.

Era un disfrute único esperar un partido en el estadio, acompañado por la transmisión radial, el sonido ambiente. La confirmación de alineaciones, noticias, entrevistas con aficionados y personalidades que iban al estadio. El menú ideal de todo futbolero. Ir sin radio al estadio era un sacrilegio, pecado al fútbol. Tan sagrado como la camiseta del equipo, fue el cómplice de la pasión desenfrenada por el balón. Me hice hincha y oyente a la vez. Por la radio llegó el fútbol en toda su dimensión a mi vida. Encontré el placer, a mi amigo fiel, que me habla al oído.

Para ir al estadio, la boleta y el radio. Comencé con los de Pila AA, pero luego, por la violencia en las hinchadas, cambié a la pequeña. Fue así durante muchos años. Cuando iba a la grada y cuando no, en tiempos sin tanto fútbol por televisión, la radio era la única forma de saber lo que pasaba en la fecha.

Al AM le guardo un respeto reverencial. El mejor consejo que le podía dar a quien quisiera interesarse más en el fútbol, deseoso por aprender, era escuchar radio. Les decía que sintonizaran cuanto programa deportivo pudieran, ¡en especial los partidos! Era un deleite único, placer de pocos.

Gracias a la radio escuché al mejor Iván Mejía, al analista de pelotica. Un comentario suyo del entretiempo era la clase soñada. Dibujaba con sus palabras el campo de juego, marcando cada aspecto que explicaba el resultado. Sencillo, directo y con apuntes que fueron delineando mis conceptos sobre el fútbol. Fui su discípulo en silencio.

Luego encontré estilos similares: Los Vélez, los González, los Villegas, los Muñoz, los Jaramillo, los Neira. Todos analíticos, de pulcros conceptos. Por eso hoy el mejor analista de una transmisión no es aquel que atiborre de estadísticas o lea comentarios con el hashtag del momento en Twitter. Es quien guíe en el relato, ampliando el análisis. Si siente que aprendió algo, es ahí donde debe “debe dejar el dial”, por utilizar una expresión tan radiofónica, tan de la época que ya no volverá.

En el fútbol de hoy mencionar al AM suena a pieza de museo, del mercado de las pulgas. Un radio como el Sony, en Mercado Libre no baja de $980.000, cuando hace una década costaba 10 veces menos. Dentro de poco será como los famosos Nokia 1100 o el Blackberry, icónicos en su momento. Lo más triste de todo es la soledad de las transmisiones. Territorios restringidos, que por diferentes razones cambiaron la forma de oír el fútbol. Ahora abundan las cabinas vacías.

Hoy, si uno quiere seguir un partido por la radio puede ir a YouTube. Existen muchas alternativas, bienvenidas todas porque eso habla de la democratización en la información. No juzgo, ni pretendo debatir sus aciertos o defectos. Es parte de un cambio. El AM cierra el telón hacia otras tecnologías, con voces nuevas.

Habrá que acostumbrase a ello, sin evitar la nostalgia por aquellos años maravillosos, sintonizando de vez en cuando en el AM una transmisión que evoque los recuerdos de lo que era escuchar al buen fútbol.

Con la radio nunca caminaré solo.

Hola. Me encuentran en Twitter como @jeisoncifuentes. Comunicador social. Si quieren escribirme: [email protected].

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