El contexto de este compromiso fue algo inusual, a juzgar por los directivos del club italiano Invictosauro. Más allá de sentirse contentos por el triunfo, calificaron el resultado de humillante.
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Para ellos, hubo una actitud poco respetuosa con su contendiente, el club Marina Calcio. Para ellos, en las categorías del fútbol juvenil, como es este caso en especial, los valores deben ser distintos. Se excusaron con los rivales y tomaron acciones de choque: El entrenador del club fue despedido.
“Nos causó sorpresa y pesar el marcador del partido en el que nuestros juveniles anotaron 27 goles”, dijo Pablo Brogelli, presidente del Invictosauro. Por esta razón considera que no hubo respeto por el equipo rival y además de ofrecer disculpas con el club marina Calcio se decidió ponerle punto final al contrato del director técnico Riccini.
Si bien en el mundo del fútbol un resultado de esta magnitud se cataloga de gesta para el equipo vencedor, las condiciones especiales que rodearon esta goleada en particular no admiten tales calificativos.
En el fútbol de mexicano se vio algo parecido hace unas semanas, en un partido disputado entre Tigres y Veracruz, este último en píe de protesta contra los directivos por los atrasos en los pagos. Había un acuerdo para quedarse quietos durante los primeros minutos, pero los jugadores del cuadro Felino disputaron el compromiso como si nada, aprovechándose de la situación para irse en ventaja.
El técnico despedido habló en defensa propia, lógicamente en oposición a la medida tomada en su contra. “Nadie ha pensado en humillar o ridiculizar al adversario voluntariamente. Jugamos sin malicia competitiva y cometiendo pocas faltas. Marcar 27 goles no es una falta de respeto; la verdadera derrota es ver cuánta hipocresía, banalidad y pobreza de alma salen sin ningún conocimiento de los hechos”.
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