El drama de Jéfferson Lerma con el Bournemouth


En un mismo campo de juego las dos caras del fútbol. Los dichosos, los superiores, aquellos con una sonrisa de oreja a oreja. Pletóricos de felicidad. En ese bando está Luis Díaz y todo el Liverpool. Locales y con más de media docena de goles, los dirigidos por Jürgen Klopp se sacaron la espina de un discreto inicio de campaña. Cada anotación se sintió como una disculpa para sus hinchas, esa mancha roja que en esta ocasión festejó un gol cada 10 minutos, en promedio.

El otro rostro, ese que más bien prefiere un bajísimo perfil. Si se puede, ni los enfoque. Entre la pena y el desasosiego. Allí, triste, apenas resistiendo, como esperando a que el árbitro pite de una vez o que algún hecho ajeno acabe el juego antes de tiempo, Jéfferson Lerma vivió un día para el olvido. Difícil explicar lo que pudo pasar. Es cierto: Liverpool es más que Bournemouth, pero de allí a ser derrotado por 9 goles…

Jéfferson siente la camiseta. Ha estado allí en todo momento. Clave en la temporada del ascenso, en su debut por la Premier League, seguro que sintió muy fuerte esta derrota. No fue un mal resultado y ya. Debía sentirse extraño, en un lugar equivocado, una pesadilla de la cual no pudo despertarse porque no es ficción. Fue cierto, Lerma. A usted le correspondió vivir una dura experiencia, de esas que dejarán cicatrices en el alma.

Gol del Liverpool. Las manos de Jéfferson, apoyándose en las rodillas. La impotencia, el deseo de que esto se acabe, de ser tragado por el césped en Anfield. Parecían de plomo los jugadores del Bournemouth, sin resistencia, ni brindar la mínima reacción.

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