La última vez que Fuad Char Abdala ocupó un cargo gubernamental fue en el cuatrienio 2010-2014, cuando fue Senador de la República por el Partido Cambio Radical. Desde entonces, el líder tribal del clan más potentado de la Costa Caribe se ha dedicado a operar desde las sombras y a vigilar cada uno de sus negocios. En su mansión ubicada en el barrio El Golf, cuida sus empresas con la sabiduría que te dan 84 años de bagaje.
El poder es una cuestión decisionista. No hay que ser un genio para saber que, aunque no sea el presidente de Junior desde hace varios años, él hace las determinaciones más importantes. Cuando meses atrás el elenco rojiblanco dio un golpe sobre la mesa triplicando los contratos que Fernando Uribe y Daniel Giraldo tenían en Millonarios, que a nadie le quede duda: eso fue obra de Don Fuad. Su poder se ve en acciones con esa grandilocuencia.
En la institución rojiblanca hay tres tipos de fichajes: la estrella que viene apalabrada por Don Fuad, el jugador que pide el DT de turno (acá, ojo, es fundamental que el entrenador haya convencido a las directivas con victorias) y el futbolista de segundo y tercer orden que resalta entre el montón de hojas de vida y perfiles que empresarios intentan vender pescado podrido. El mercado de pases en Junior funciona así, a los trompicones. Sin un orden, sin un conducto regular. Como si confeccionar un equipo fuese parecido a armar un casting para una serie mediocre de Netflix.
Tener una dirección deportiva no es un artificio, sino una necesidad. Alguien que esté a la vanguardia, que trabaje de la mano con el cuerpo técnico, que arme un grupo de scouting para que se reduzca el margen de error de una incorporación estudiando la inserción un futbolista nuevo en el sistema táctico y la adaptación a una ciudad como Barranquilla. Hacer contratos de 3 años porque sí, porque no y por si acaso, se quedó algo… vetusto.
Los Tiburones llevan varios semestres errando en el tema refuerzos. Veremos cómo se las arregla Juan Cruz Real para construir sobre lo que ya tiene y si logra darle un salto de calidad a su Junior a partir de los fichajes venideros. Si le va mal, lo sacarán. Al mejor estilo Curramba. Si le va bien, una vez más el Clan Char le venderá a la afición juniorista que se puede ganar sin dar ese paso- tan urgente como ignorado- en lo estructural.
Estas líneas no pretenden ser una cátedra en gestión de una empresa, ni más faltaba. Más bien, es un recordatorio de que la longevidad de Don Fuad puede funcionar como una garantía de sostenibilidad económica, pero también como una limitante deportiva. Buscar un mánager no empobrecería a Junior, pero sí implicaría ceder un poquito de poder.
Y ya sé, ya sé. No hay que pedirle peras al olmo.
Hola, soy Santiago Cantillo. Periodista barranquillero. El fútbol y el cine me salvan la vida todos los días. En Twitter me encuentras como @inventediez.
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